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'Esperando a Dalí', fábula que imagina al genio del surrealismo comiendo en elBulli

Los personajes de la cinta de David Pujol navegan en un Cadaqués dorado por el sol y trufado de secuencias surrealistas

La Fundación Dalí quiere crecer y no descarta la apertura de un cuarto museo en Cataluña

Fotograma de 'Esperando a Dalí' Alfa Pictures

Adrián G. Peñacoba

Madrid

Si hay dos obsesiones que han marcado la obra de David Pujol son, sin duda, elBulli y Salvador Dalí. Después de documentar la historia de Ferrán Adriá en 'elBulli: historia de un sueño' (2009) y desentrañar la figura del genio del surrealismo en 'Salvador Dalí, en busca de la inmortalidad' (2018), el cineasta ha soñado con fusionar dos mundos que nunca existieron tan lejos. Quizás sí en una dimensión temporal; Adriá no hacía mucho que era jefe de cocina en el famoso restaurante cuando murió el pintor. Pero ambos se nutrieron de las mismas aguas, crearon en la misma tierra y les inspiró el viento marino que sopla en el cabo de Creus. Con la fascinación que producen ambas figuras, ¿qué mal puede hacer soñar con un mundo en el que ambos se encuentran?

'Esperando a Dalí' es la fábula de cómo Fernando (Iván Massagué) y Alberto (Pol López), dos hermanos que trabajan en un buen restaurante en Madrid, se ven obligados a abandonar el mundo que conocen. Uno perseguido por su inquietud de nuevas inspiraciones y el otro por las autoridades de la España predemocrática. El destino les lleva hasta el pintoresco pueblo de Cadaqués donde se sitúa El Surreal, un restaurante atípico regentado por Jules (José García), un soñador completamente obsesionado con la idea de que Dalí visite alguna vez su local. En mitad de un país hambriento de libertad, la cocina de El Surreal vivirá una revolución silenciosa, en mitad de un lugar cuya historia está plagada de sucesos increíbles.

Pujol juega con la historia real de los hermanos Adrià, de Juli Soler (propietario de elBulli), de su propia infancia en Cadaqués, sus fantasías y sus obsesiones: «La idea en esta película es la de fusionar lo onírico con lo real, porque para mí esos dos mundos se confunden. Esa combinación me parece ideal para explicar un cuento». Las imágenes de la película muestran el alma de un Cadaqués salvaje —un personaje más del film—, un lugar que ha servido como imán de artistas antes incluso de que Marcel Duchamp pusiera un pie en sus playas. Ahora es conocido por ser el lugar de residencia del genio Dalí. Allí está la Casa-Museo Salvador Dalí y el Museo de Cadaqués, que acoge con frecuencia sus obras.

El resto del elenco de personajes lo conforman actores españoles de la talla de Iván Massagué, Pol López, Paco Tous, Vicky Peña o José Ángel Egido, que se compenetran de forma natural con los franceses José García, Clara Ponsot y Nicolas Cazalé.

Cadaqués, pueblo surreal

Las callecitas flanqueadas por edificios blancos de Cadaqués han visto pasar todo tipo de celebridades, desde García Lorca, Picasso, Manuel de Falla, Santiago Rusiñol o Manuel Azaña. Cuenta Pujol que la familia Pichot, afincada en el municipio, trajo «gente de la Belle Époque de París al Cadaqués del 1900». La cosa no acaba ahí.

Ponsot guarda una historia muy especial de la primera vez que visitó el lugar, a los 18 años: «Estaba con una amiga que se llama Gala en la playa de Cadaqués y apareció un chaval muy simpático que nos invitó a su casa», cuenta la actriz. Aquel chico era el actor Bruno Oro i Pichot. Poco imaginaba Ponsot al entrar en su casa que allí Dalí aprendió a dibujar y que algunos de esos dibujos todavía adornan las paredes. «La familia Pichot fue la que abrió los ojos al niño Dalí, fueron los que vendieron el terreno a su padre para que se hiciera una casa no muy lejos. Era una familia de bohemios», explica Pujol, experto en la figura del maestro surrealista. «Con toda esta leyenda daliniana y con mi amiga Gala, estábamos dentro del surrealismo de Cadaqués, dentro de la historia y la leyenda de este lugar», añade Ponsot.

La película, que colecciona referencias a personajes y situaciones reales, quiso representar a María Gay (Maria Lourdes Pichot), cantante de ópera famosa a finales del siglo XIX y principios del XX, que participaba de una escena muy particular: «Cargaban un piano en una barca grande y se paseaban con luna llena por la bahía de Cadaqués, con María cantando ópera», describe el director, que incluye una secuencia muy similar en el film. Como a tantos otros artistas, también cautivó a Pujol el aire surrealista que baña la orilla de Cadaqués.

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