Crítica de 'Solos en la noche' (**): Abogados sin rumbo ni lógica el 23-F
Esa sobreimpresión de lo dramático y lo 'cómico', dificulta un equilibrio en el tono de los actores, como la seriedad de Alfonso Sánchez
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La fecha histórica del 23 de febrero de 1981 es la localización, el decorado, el paisaje de esta película y lo que le da su primer significado. El segundo, serían 'los materiales' que emplea y el tono entre cómico y dramático que le impone su ... guionista y director, Guillermo Rojas. Y por 'los materiales' se entiende a los personajes, el grupo coral de actores, los conflictos entre ideológicos y sentimentales o una pretensión humilde (en el mejor sentido de la palabra) por rascar sin herir en aquellas horas cruciales que siguieron al célebremente triste golpe de Estado.
La acción se concentra en un grupo de abogados laboralistas, donde un cliché arropa a cada uno de ellos, desde el obcecado marxista leninista, al ingenuo y temeroso 'progresista' a ratos, al mujeriego poeta o a la exiliada argentina que lo sabe todo de 'golpes'. La trama es rápida, sí, y se desarrolla también entre golpes, pero de absurdo e inverosimilitud, lo que obliga al espectador a cazar al vuelo ironías, caricaturas, gravedades y alguna que otra estupidez. Podría ser parodia, pero no deja de ser Historia (utiliza Guillermo Rojas algún material de archivo para situar veracidad donde cuesta apreciarla). Por otra parte, esa sobreimpresión de lo dramático y lo 'cómico', dificulta un equilibrio en el tono de los actores, como la seriedad de Alfonso Sánchez (que es, por cierto, el único con eso que se llama 'vis cómica') y la falta de ella de Pablo Gómez Pando, el abogado timorato, o la frescura lírico sexual de Félix Gómez. No hay mucho análisis certero ni ideológico y se derrama sarcasmo a ambos lados del centro, lo cual es siempre de agradecer, al menos hasta ahora.
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