Los últimos testigos españoles del mito que condenó a Ava Gardner
Se cumple el centenario de la actriz, nacida en Carolina del Norte pero enamorada de España, donde vivió más de una década, entre toros, noches interminables y amistades castizas que aún la recuerdan
![Ava Gardner se enamoró de España, donde vivió más de una década](https://s1.abcstatics.com/media/play/2022/12/24/ava-gardner-kISB--1248x698@abc.jpg)
La belleza fue un castigo para Ava Gardner, casi tanto como sus vicios, que la coronaron en un Olimpo al que hubiera debido llegar por méritos propios. Ya lo dijo el periodista de ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, «cuando la leyenda se convierte ... en realidad, se imprime la leyenda». En el caso de la actriz, de cuyo nacimiento se cumplen hoy cien años, la penitencia es eterna y hace imposible distinguir la esencia de la mujer que fue con la mitología de una diosa de carne y hueso.
![Ava Gardner en 'La condesa descalza'](https://s2.abcstatics.com/media/play/2022/12/24/condesa-color-kISB--220x220@abc.jpg)
Al cine llegó como un tópico , por casualidad, gracias a una fotografía en un escaparate. Comenzó con papeles sin diálogo, con apenas un segundo en pantalla, hasta que Louis B. Meyer se percató de que no sabía ni actuar ni hablar, pero era impresionante. No le hizo falta más a Ava Gardner para triunfar en Hollywood. Allí nunca ganó un Oscar pero sí tres maridos –Mickey Rooney, a quien conoció disfrazado de mujer; el clarinetista Arthie Show y el amor de su vida, Frank Sinatra– y, por supuesto, una leyenda a la altura de su fama. Fue sin embargo la película ‘Pandora y el holandés errante’ la que cambió su rumbo. Su rodaje la llevó fuera de EE.UU. por primera vez y ya nada fue igual. En ese viaje de descubrimientos no solo se arrimó en Tossa de Mar a Mario Cabré, el torero y actor con el que se acostó una noche pero sufrió muchas más; también conoció el país que terminaría sintiendo más suyo que en el que nació la Nochebuena de 1922.
A España entró por la Costa Brava pero fue en Madrid donde encontró, en plena dictadura, la libertad que se le resistió al otro lado del charco, acosada por los hombres y la prensa, perseguida y bajo la estricta dictadura de los estudios, que explotaron su carisma y magnetismo a base de subcontratos. «Representaba todo lo que ellos censuraban: una mujer que vivía sola, que estaba divorciada, que no era católica y, además, era actriz», reconoció Ava Gardner . Para colmo de pecados, se divertía. Y de qué manera. Aunque, según Patricia Martínez de Vicente , hija de su médico de cabecera, «todas esas juergas nocturnas que se ha corrido eran porque sufría de insomnio». «Venía a mi casa a por píldoras para dormir, siempre descalza, en pleno invierno y con abrigo, y con sus perros corgis, a los que llevaba a todas partes. Como no dormía, le daba al tinto y al whisky», recuerda la también escritora de ‘El té de la libertad’ (Kolima Books) , a quien no se le olvidan esas visitas. «Era una mujer con muchos problemas emocionales. Hablaba con mi padre, que también fue médico en el Hilton de Charlton Heston, Sofia Loren, Gregory Peck o Richard Burton, de los líos con Sinatra. Mi padre le recomendó que adoptara y ella aceptó, pero las monjitas no quisieron darleun niño porque no tendría la educación que merecía. Sabían que era una artista famosa y que no iba a tener una educación católica. Eran los años cincuenta», critica. Fue otro golpe para la actriz, que antes había tomado la decisión de abortar, dos veces, de Sinatra para disgusto de John Ford, que le recomendó no interrumpir el embarazo durante ‘Mogambo’.
No hubo tristeza capaz de quebrar del todo a Gardner, a la que quienes conocieron definen como «acosada por la soledad pero encantadora y cercana, siempre sonriendo». Salía cada noche, calmaba la sed de fiesta en guaridas castizas de postín como el Lhardy, Riscal, el Corral de la Morería o Chicote. Bailaba flamenco, enamorada del folclore, y después dormía una buena siesta. Aprendió a ser española en el Hilton, hoy InterContinental, mirando junto a su criada Mearene Jordan por la ventana cómo vestían y se peinaban las mujeres para imitarlas. En los pasillos del hotel, cuenta Jordan en ‘Miss G’ (Notorious Ediciones) , se armó un buen revuelo: los hombres se giraban, chocaban contra la pared y hasta se atragantaban con los puros. Se rodeó de gente como Carmen Sevilla y Lola Flores, que la invitó al bautizo de su hijo. Y encontró el amor, con una figura de buen porte y más diestra, Luis Miguel Dominguín, junto a quien toreó, sin traje de luces ni miedo, al alimón en capeas.
![Con Luis Miguel Dominguín en los toros](https://s1.abcstatics.com/media/play/2022/12/24/con-dominguin1-kISB--220x220@abc.jpg)
Otro que la conoció durante su infancia fue Antonio de la Peña Sabatés , hijo del urólogo de Gardner, para quien «también tenía otra vida muy distinta de la que se ha pintado, de frivolidad, alcoholismo, ligues sistemáticos. Intentaban ligársela, que era distinto», explica. De niño, Ava Gardner le daba caramelos; de adolescente, lo paseó por Madrid en su Facel Vega. La actriz iba a su casa a merendar y charlar los domingos, a escuchar el piano. Había té, admite, pero no «se conocían el whisky ni el vino». También confirma que era una mujer sin complejos. Quizás la anécdota de recibir a Blas Piñar en albornoz, sin nada debajo, sea leyenda, pero De la Peña asegura que a su padre y a él les abrió la puerta «en camisón, recién levantada, sin pintar».
«Vino aquí a vivir, a disfrutar. Hacía lo que nos gusta a todo el mundo, divertirse y vivir bien, quien diga lo contrario miente. Le gustaba salir, el flamenco, pero yo nunca la he visto en una situación… A ver si alguien encuentra una foto de ella con gesto desagradable. Era encantadora», reconoce Luis Aznar, el «único amigo español vivo» de la actriz. «Todos se han ido muriendo», sentencia. Queda todavía Enrique Herreros hijo, que fue amigo de las estrellas de Hollywood que vinieron al país pero solo conoció brevemente a la que más tiempo vivió en España. La persiguió, cuando trabajaba en ‘La gaceta ilustrada’, hasta La Bruja, la casa que tuvo en La Moraleja, y la encontró jugando al tenis con el millonario Frank Ryan. También le organizó un pase de ‘No serás un extraño’, en la que salía Sinatra, y que Gardner vio con su hermana y sus «dos perros salchicha, uno en mis brazos». «Luego fuimos a La Mallorquina y tomamos ‘boilermaker’, whisky con cerveza , ella tres y yo dos. Cuando fui a pagar yo no veía la cartera», comenta. Eso sí, él que sabe tanto de Hollywood, refuta otro mito: «Ava Gardner no se ha acostado con tantos como presumen».
Mentiras
Ni siquiera con El Fary, como él mismo fardaba. Lo desmiente Aznar, que cumple años hacia adelante pero no pierde la vista a un pasado en el que fue anfitrión de la flor y nata de la sociedad, norteamericana y española. También una de las tres primeras personas que conoció a Ava Gardner, a quien recibió en Barajas junto a Alfonso Camorra y Antonio Martínez. Se la llevaron a un cóctel al estudio del fotógrafo Vicente Ibáñez, luego de cena al Riscal... y así hasta las cuatro de la madrugada. «Aguantó después de un viaje así porque estaba encantada», confirma Aznar, que todavía recuerda el «perfecto español» de la actriz, pero sobre todo su gracia al insultar. «Le gustaba decir tacos sin saber qué significaban, solo porque la gente se reía. Cuando se enteraba de lo que era pedía disculpas, avergonzada, pero volvía a soltarlos cuando algo le sentaba mal», dice.
![A la izquierda, junto a Lola Flores, en el bautizo de su hijo Antonio](https://s1.abcstatics.com/media/play/2022/12/24/LolaFlores-kISB--220x220@abc.jpg)
Molesto con «las críticas injustificadas» para lucro personal, Luis Aznar niega que miccionara encima de una mesa y también la bofetada de Sinatra en el Corral de la Morería. «No existió bofetada. En esa discusión había tres personas: Sinatra, Ava y yo. Fue una discusión, nada del otro mundo, y ella se fue al tocador de señoras. Volvió con dos lágrimas, y le puse el mote de la Macarena de Sevilla . Luego ella siempre me decía: “Luis, mira, la Macarena de Sevilla”».
Sin calle ni placa en Madrid
Al final, la actriz se enamoró de España porque tenía las mismas virtudes y defectos que ella. «No sé si era el clima, la gente o la música, pero me había enamorado locamente de España desde el primer momento en el que llegué allí. El país estaba un poco estropeado en aquellos tiempos. Era tan dramático, tan histórico... y tan puñeteramente barato que resultaba casi increíble», contó en sus memorias.
Lo abandonó solo después de que Manuel Fraga le reclamara el pago de unos impuestos que ella consideraba que había amortizado con la promoción del país. Tras un baile de cifras, y algún martini de por medio, se enfadó con el por entonces ministro de Información y Turismo, lo llamó «Braga» y dio portazo a su aventura castiza. «Una noche, con lágrimas en los ojos, me dijo: “Luis, me voy de España, de mi país”. Me emociono solo de decirlo porque esas vivencias poca gente las ha tenido. Pensaba que no se iba a ir...», evoca, triste, Luis Aznar. Y menos mal que todavía quedan algunos testigos vivos del terremoto Ava Garner en España, porque ni siquiera su casa en Doctor Arce, donde tuvo sus rencillas con su vecino Perón, la recuerda con una placa a pesar de ser la actriz más madrileña de Hollywood.
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