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ABC Cultural

Así fue la última entrevista de José Luis Cuerda en ABC: «A mi edad, si no eres maestro es que has desperdiciado la vida»

El autor de «Amanece que no es poco» ha fallecido a los 72 años

El cineasta José Luis Cuerda EFE
Fernando Muñoz

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José Luis Cuerda (Albacete, 1947) era en 2018 un hombre frágil que contrastaba con las imágenes de archivo de aquel manchego fortachón que daba órdenes a los mejores actores de su generación en «El bosque animado» (1987) o «La lengua de las mariposas» (1999). De aquel cineasta al que estrenó en diciembre de 2018 « Tiempo después », la «secuela espiritual» de su clásico «Amanece que no es poco» (1989), perduraba su voz ronca y unos gestos innatos de director que se le escapaban cuando organizaba, con apenas un gesto, a la gente que entraba y salía de la sala de la Academia de Cine donde realizó su última entrevista con ABC. Y su humor, incontrolable incluso cuando perdía el pie de la anécdota que estaba contando de aquel frenético rodaje de 1989. También el talento, el suyo y el de los que le rodearon en su último filme: hasta 42 intérpretes le arroparon para sacar adelante esta historia tan loca y disparatada como lo era su precuela.

¿Cómo explicar el «sudoku» pseudofilosófico y crítico que se resuelve en «Tiempo después»? Difícil, tanto como entrar en su rebufo de chistes sin freno si uno no se es seguidor de su humor surrealista. Todo parecía un «gag», hasta el hecho de que se estrenara el 28 de diciembre , Día de los Inocentes...

La historia de «Tiempo despúes» arranca en el año 9177 en un páramo que recuerda al desierto de Monument Valley donde se erige el «edificio-mundo» (inspirado en las Torres Blancas), donde habitan los que se han dotado de ley y orden. Fuera, lejos de los límites de la civilización que representa el edificio de Sáenz de Oiza , un grupo de desarrapados conspira para ver cómo subvertir el orden al ritmo de esa asamblea donde se vota agitando las manos y donde se descuartiza al «aliado» por un matiz insulso. Los de dentro, por cierto, son los «malos»... Desbrozado el árbol de la metáfora más simplista, queda el bosque, es decir, el puro surrealismo que dispara bromas sobre poesía, literatura, política... «La política es uno de los artefactos con los que convivimos, y qué menos que hacer humor con ello de vez en cuando», lanza José Luis Cuerda con un amago de risa para, después, ponerse serio al hablar de lo importante: «Renunciar al arte es de estúpidos . La literatura es el arte más conmovedor. Es divertida, dramática, trágica, mortal...», enfatizó como si fuera un poeta, los únicos por los que, dice, siente algo de interés.

Mentor de una generación

«Todos somos contingentes, pero tú eres necesario». Siguiendo esta frase mítica del labrador de «Amanece que no es poco», los herederos del humor manchego de Cuerda, esto es, los «chanantes» Joaquín Reyes, Raúl Cimas y Carlos Areces, reconocían en el director a un «maestro». Etiqueta que él rechazaba «con modestia»: «En determinadas cosas creo que sé bastante, en otras no tanto. Pero con 71 años, si no eres maestro es que has desperdiciado la vida , porque debes haber aprendido lo suficiente como para tener algo que enseñar».

De lo que no quiso saber nada fue de Netflix. «No sé manejarme con esos aparatos, tengo una televisión que es de grande como una chimenea», espetó cuando se le pregunta sobre cómo cree que verán las nuevas generaciones su película, sobre todo cuando «Amanece que no es poco» fue ganando nuevos adeptos en cada reposición en La 2. «No sé ni de Netflix ni de karaokes, no lo sé manejar y no encuentro aliciente suficiente como para meterme en ello», sentenció descreído, aunque, eso sí, hace un guiño al público: «Allá ellos cómo la quieran ver, pero si la quieren ver, por algo será. Con el corazón en una mano y la cabeza en la otra, es lo mejor que he hecho, que no es poco».

De aquella entrevista se quedaron frases en el tintero sin ver la luz, quizá porque durante la conversación José Luis Cuerda se apagaba o pedía por favor otra pregunta porque se le había escapado la musa al cielo. « La musa ni me trata . Las cosas me llegan como me llegan, sentado. No sé como es, no me preguntes...», decía ante la pregunta sobre su inagotable imaginación.

Revisando más de un año después el borrador quedan joyas que por falta de espacio no entraron, como cuando habla de lo capital que ha sido el humor en su vida y de lo muy en serio que se tomaban a sí mismos los políticos: «La política es uno de los artefactos con los que convivimos y de los que dependemos en muchas cosas, y qué menos que hacer humor con ello de vez en cuando», explicaba. También, sobre cómo ha cambiado España desde el estreno de «Amanece...» a «Tiempo después». «Hay unas constantes, que espero que sean alterables. Hay cosas que no han cambiado… los curas, los militares… ¿Han cambiado? Decimos como generalización que la sociedad ha cambiado, pero son generalizaciones. Los componentes son los mismos, lo que cambia es porque uno ha cambiado».

Por último, una reflexión que dejó aquella mañana en la Academia de Cine: « Aquellos que piensan que estos tiempos son los mejores, que lo disfruten , si lo creen de verdad que lo disfruten. Si no lo disfrutan es que se ha cambiado de plan de estudios o de argumentos».

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