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El tobogán de Carrie Fisher

La actriz vivió una época de turbulencias tras su éxito temprano: alcohol, drogas y una lucha continua contra la dependencia

José Manuel Cuéllar Campoy

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Una vida marcada por un papel, el de la princesa Leia de « Star Wars », fue la tónica de Carrie Fisher . Como la misma princesa, mujer de fuerte carácter, irreductible incluso para un tipo como Han Solo , Fisher acabó, como tantas otras, devorada por el personaje. Era hija del cantante Eddie Fisher y de la actriz Debbie Reynolds y, al igual que los actores que provienen de familias de artistas, empezó en los escenarios casi con el biberón. Se la empezó a ver en «Shampoo», con Warren Beatty nada menos. Primera tentación.

Luego, enseguida, llegó «Star Wars» en la que hizo tres entregas, una aparición estelar en la penúltima y un casi holograma en « Rogue One ». Fue en Star Wars donde, según revelaciones propias, tuvo una aventura con Harrison Ford . Nada serio, pecadillos de juventud decían. En medio de todo, intervino en la que fue, sin duda alguna, la mejor película que hizo: « The Blues Brother » (con permiso de « Hannah y sus hermanas »). Y a partir de ahí, la decadencia: alcohol, drogas y una lucha continua contra la dependencia ayudada por su marido, Paul Simon .

Su declive cinematográfico, desaparecida casi constantemente en películas de medio pelo, fue debido precisamente a su decadencia física. Perdida en papeles secundarios, apariciones estelares pero nada de importancia, siempre con el recuerdo principesco a sus espaldas .

Lo curioso del caso es que consiguió salir del infierno por el lado más inesperado: el de la literatura , pues se reveló una más que apreciable escritora. Al respecto escribió una novela medio autobiográfica: «Postales desde el filo» y a partir de ahí algunos directores recurrieron a ella para que les escribiera guiones. Publicó dos novelas más y en los últimos tiempos empezó a revelar más detalles de su intimidad: trastorno bipolar, adicción a los antidepresivos y a las pastillas para dormir . Al final, todo se lo tomaba con humor y volcó su autocrítica en lo que sería su verdadera y auténtica biografía «Wisfhul Drinking», que sería un best seller.

En el libro se reía de sus fracasos matrimoniales y de su continua tendencia al alcoholismo y a las drogas . Al respecto contó una anécdota que revelaba cómo progresivamente iba perdiendo el control sobre sí misma. «Me di cuenta de ello cuando John Belushi me dijo que le estaba dando demasiado a la cocaína». John Belushi..., que esnifaba hasta los pegamentos por las esquinas...

Su madre, Debbie Reynolds, dijo ayer mismo que su hija había mejorado y que estaba estable. Se equivocaba.

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