Seis escenas de cine convertidas en memoria
Momentos de películas inolvidables, llenas de emoción y de un talento que reclama una mirada que va un poco más allá de los propios ojos
![Ryan Gosling y Emma Stone se miran en una escena de «La La Land»](https://s3.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/La-la-land-keBB--1248x698@abc.jpg)
El cine es un regalo que el ser humano se ha hecho a sí mismo, y las películas son una de las mejores maneras de convertir «momentos» en «memoria», de tal modo que cualquier persona tiene almacenados en la suya infinidad de instantes de emoción, de felicidad, desconsuelo, valor, provecho o riqueza de todo tipo que provienen tanto del cine como de su propia vida. Todos compartimos muchos de esos «momentos» mágicos del cine , como el momento lágrimas en la lluvia de «Blade Runner» , el momento paraguas, farola, aguacero y Gene Kelly en « Cantando bajo la lluvia » o el momento bola del mundo de Chaplin en « El gran dictador ». Hay cientos, miles, en películas inolvidables y en algunas a medio olvidar. Repasamos aquí unos cuantos, media docena de ellos, que tienen en común una cámara que no se dirige a los ojos, sino dos cuartas más abajo, donde producen una explosión de sentimientos que ya no son de la película sino tuyos.
![Escena de Centauros del desierto](https://s3.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/Centauros-desierto-kwaF--510x349@abc.jpg)
« Centauros del desierto » (1956. John Ford ). Empieza la película cuando se abre una puerta al horizonte y una mujer atisba a alguien que llega a lo lejos. Sale, y junto a ella, el marido y los hijos… Suena la música de Max Steiner, prodigiosa. Llega hasta ellos el jinete solitario, Ethan Edwards ( John Wayne ), el tío Ethan, y los saluda, al hombre, su hermano, y a ella, a quien besa en la frente. La cámara de John Ford empieza a tejer con su composición y movimientos la historia que no le manda a los ojos, sino la otra, la que hubo entre todos ellos, y que se presiente en el modo, las miradas, los gestos (la mujer entra en la casa de espaldas y sin dejar de mirarlo…, le ayuda a quitarse el capote…, lo acaricia…). Y empieza otra película, la que hemos visto todos, pero esta que no se cuenta se queda ahí latente y latiéndole a la historia.
![Escena de Decálogo 2](https://s1.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/decalogo-1-kwaF--510x349@abc.jpg)
« Decálogo 2 » (1990. Krzysztof Kieslowski ). De un complejidad moral absoluta, el director polaco extiende sobre el tapete una circunstancia extrema: un hombre está moribundo en el hospital; su mujer lo ama, pero también a otro hombre del que está embarazada; quiere tener ese hijo, pero cree que eso depende de si su marido sobrevive o no, y le solicita al médico una opinión directa para situarse ante la muerte de uno u otro. La escena cumbre, el momento genial de la mirada de Kieslowski nos muestra casi al final al moribundo, y una leve panorámica hacia el suero, la mesita, un vaso y una cucharilla dentro en la que una mosca se debate entre la vida y la muerte, se agarra a la cuchara, cae, vuelve a agarrarse, consigue ir penosamente ascendiendo hasta el borde del vaso…, y la música de Preisner .
![Escena de «Amanecer»](https://s1.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/amanecer-kwaF--510x349@abc.jpg)
« Amanecer » (1927. F.W. Murnau ). Obra maestra del expresionismo, con una historia terrible de triángulo amoroso, donde se apunta infidelidad, crimen y redención . Todo es mágico, pero el momento de la barca, cuando él está dispuesto a asesinar a su esposa (el perro sabe, se escapa y se lanza al agua), la amenaza, ella le implora, él reacciona, rema compulsivamente hacia la orilla, y ella se tapa los ojos y le niega la mirada… Larga escena de huida, reproches, arrepentimiento que termina en una iglesia, con una boda, y de las que ellos salen como si fueran los recién casados. El horror despeñado en melodrama.
![Escena de «Primavera tardía»](https://s1.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/Primavera-tardia-kwaF--510x349@abc.jpg)
«Primavera tardía» (1949. Yasujiro Ozu ). En esta obra grande de Ozu, anterior a sus « Cuentos de Tokio », expone ya todos sus argumentos sobre la familia, la soledad y el sacrificio. Una mujer joven cuida a su padre viudo, y surgen entre ellos las dudas de si debe o no casarse y dejarlo a él desatendido (hasta en su última película, « El sabor del sake» , es un asunto primordial de su obra). El momento sublime es el final, después de haber comprendido todo en los gestos adorables y el rostro delicado de ella (Setsuko Hara) y en la generosa mentira de él (Chishu Ryu), que la hizo creer que se volvería a casar. El padre vuelve al hogar vacío tras la boda, y con una serenidad de cámara que hace temblar de emoción, se sienta en su hamaca, pela una manzana y su cabeza se cobija hacia el pecho con algunos pensamientos que también son nuestros.
![Fotograma de «Ordet»](https://s3.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/ordet-kwaF--510x349@abc.jpg)
« Ordet » (1955. Carl Theodor Dreyer ). Obra mayor del cine en la que su director solo abre una ventana, majestuosa, apasionante, por la que entrar en ella: se asiste al milagro de la resurrección en un pueblo perdido del Norte de Dinamarca. Se ha muerto una mujer, y la llora su familia, su marido roto y sus pequeños hijos. La llegada de Johannes, considerado por todos un loco, a esa escena de duelo, tan ocupada por el vacío y el blanco y negro, es el momento cumbre de la historia del cine. Con sencillez, con un jersey roído, coge la mano de la niña, que le urge a revivir a su madre; le sonríe convencida, ella sabe que será así, y él solicita de Jesucristo «la palabra» que la devuelva a la vida. Es un momento de cine tan puro y limpio, que lo que sucede es tan normal y necesario e incuestionable que no hace falta cerrar los ojos para saber que nunca saldrá de ellos.
![Ryan Gosling y Emma Stone en La La Land](https://s3.abcstatics.com/media/play/2020/04/26/La-la-land-kwaF--510x349@abc.jpg)
«La La Land» (2016. Damien Chazelle ). Maravilloso zumo de musical y cine romántico que nos cuenta la historia de amor entre un pianista de jazz ( Ryan Gosling ) y una aspirante a actriz ( Emma Stone ). El momento hipnótico, fascinante, llega como un embrujo al final, cuando la cámara de Damien Chazelle nos cuenta su no historia de amor, las imágenes de la vida que no han vivido juntos, los besos que no se han dado y los hijos que no han tenido, y llegan juntos y felices al lugar donde él, solo y hundido, teclea las notas de su piano ( la música de Justin Hurwitz es ya un tatuaje ) y la cara de Emma Stone, junto al otro hombre con el que ha compartido la vida, es el llanto maquillado de sonrisa
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