La mort de Guillem
Marques-Marcet reconstruye el asesinato de Guillem Agulló, un crimen que sacudió la Comunidad Valencia
«La mort de Guillem» relata el asesinato del valenciano en medio del auge de la extrema derecha en Europa
Carlos Marques-Marcet presenta su última película en el Festival de Cine de Málaga, donde ha recibido el premio Málaga Talento

11 de abril de 1993, Montanejos (Castellón). Guillem Agulló, de 18 años, había ido de acampada con unos amigos, pero no regresó a casa. Un grupo de jóvenes de extrema derecha le acorraló y acuchilló, pero descartaron la motivación política. Condenaron al autor confeso de la puñalada mortal, Pedro Cuevas, a 14 años de prisión. Solo cumplió cuatro. Entonces, ganó el agresor, pero el tiempo le ha dado la victoria a Guillem y a su familia. Hoy es incuestionable que su asesinato fue un crimen político dada la vinculación neonazi de Cuevas y la ideología independentista y antifascista de la víctima, quien militaba en Maulets.
«La mort de Guillem» lleva a la pantalla, casi 27 años después, el asesinato de Guillem Agulló y el duelo y las amenazas que sufrió su familia. La película, dirigida por Carlos Marques-Marcet , llega en un contexto de auge de la extrema derecha en Europa y en el mismo año que esta entra por primera vez (en la historia de la democracia española) en el parlamento.
«Guillem Agulló es una figura importante para lo que supuso un momento complicado en Valencia, con mucha violencia. Una que yo mismo he vivido, con agresiones de neonazis. Hubo una época en la que tuvimos que salir corriendo en más de una ocasión. Aún recuerdo un día que estábamos en una estación de metro con un amigo que llevaba una camiseta del Che Guevara. Se acercaron unos y le empezaron a pegar sin mediar palabra», recuerda el director Carlos Marques-Marcet. «Eso pasaba en los noventa. Nos hemos olvidado ya, pero pasaba. Actualmente sigue habiendo agresiones a gente de la comunidad LGTB, a muchos colectivos minoritarios… El racismo sigue pasando y creo que es interesante que se observe eso», añade.

«La mort de Guillem» se focaliza en la lucha de los padres, Guillem y Carme, para dar a conocer la realidad del crimen «político» que tuvo un largo procedimiento judicial y un juicio paralelo en los medios. «Se podía haber hecho desde cualquier otro punto de vista (abogados, defensores, amigos…), pero, para mí, en la posición de la familia, en lo que ellos han vivido, había un dilema moral universal que creo que todo el mundo se podía sentir identificado más allá de lo que pienses ideológicamente. Es una familia que ha perdido un hijo porque lo han asesinado entre cinco. Pero, a la vez, encuentran un sentido a la muerte de su hijo al convertirlo en una causa política y se ve como ese proceso les impide superar el duelo», apunta. «Nosotros no queríamos esconder nuestra posición. Si alguien quiere hacer otra película, que la haga», añade.
La película de docuficción se ha rodado en los emplazamientos reales. La documentación ha sido ardua y las conversaciones con la familia han sido «muchas e intensas». «Para mí era muy importante ser específico. No valía con ideas, con los eslónganes. Queríamos cosas concretas que pudiésemos recoger de ellos y de mucha otra gente. Estas películas no son abstractas, no van de ideas», asegura Marques-Marcet. Aunque quería ser fiel, tuvieron que desechar algunos detalles «que superaban a la ficción»: «Había muchas cosas que ellos nos explicaban que no podíamos poner en la película porque de repente parecía un thriller . No te las creías».
Llegaron a rodar una escena del asesinato, basada en la información a la que tuvieron acceso. «Obviamente, hay varias versiones. ¿A quién crees ahí? Trabajamos con varias personas que estaban ahí, pero había diferentes testimonios. La grabamos, pero pensamos que si queríamos ser éticos con la película que estábamos haciendo, desde el punto de vista de la familia, esa escena no podía estar . La familia nunca vivió ese momento. Y era mucho más duro y tremendo que tu hijo se fuera de acampada y que existiera la posibilidad de que la siguiente vez que le vieras fuese en la morgue, y que la Guardia Civil viniese diciéndote que ha sido una pelea por una chica. Me parecía mucho más duro entender eso», apunta.
Antes de «La mort de Guillem», Carlos Marques-Marcet ya había dirigido «En el corredor de la muerte» , otra docuficción que recrea la vida del español Pablo Ibar tras ser acusado de un asesinato que no cometió. «La televisión es un lugar donde poder reflexionar sobre nuestra sociedad y quiénes somos, sobre el mundo en el que vivimos y cómo nos relacionamos. A diferencia del cine, que, para mí, es un lugar de conexión con algo muy profundo», concluye.
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