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«El hombre invisible» en tiempos de Weinstein: un acosador en la sombra y una víctima ignorada

El clásico de terror se adapta a los nuevos tiempos que marca Hollywood

«El hombre invisible» se estrena el 28 de febrero

Escena de «El hombre invisible», con Elisabeth Moss («El cuento de la criada»)

F. M.

La única nominación al Oscar de «El hombre sin sombra » (2000) fue a mejores efectos visuales. El reto de filmar lo que no se ve y hacerlo presente fue lo único valioso que dejó la reinterpretación de Paul Verhoeven del ansiado deseo de ser invisible. 20 años después de aquel experimiento fallido, el hombre invisible regresa a la gran pantalla apoyado en la novela de H.G. Wells e inspirado en el clásico de Universal de 1933 . Solo que en tiempos de #MeToo y con Harvey Weinstein ya a la sombra, los secretos hasta ayer escondidos se han hecho más visibles que nunca.

El personaje de El hombre invisible forma parte de la familia de clásicos del cine de monstruos que va desde Drácula, el Hombre Lobo, Frankenstein, la Criatura del Lago Negro... Monstruos que siempre que han llegado al cine lo han hecho para representar los temores de cada época. Por eso son atemporales: representan todo tipo de miedos y ansiedades, donde confluyen los descubrimientos científicos, el amor y la pérdida. Así que al guionista, director y actor Leigh Whannell se le ocurrió traer al hombre invisible a los tiempos del #MeToo de la mano de Blumhouse , la fábrica de títulos de terror que van de Insidious a Saw.

Whannell descubrió al protagonista de la novela corta de H.G. Wells «El hombre invisible» cuando era niño. Si el personaje original de H.G. Wells era un científico que cae en la locura, Leigh Whannell prefirió dar la vuelta a la idea: «Empecé a decir que si se hiciera una película del Hombre Invisible, debería ser desde el punto de vista de la víctima. Por ejemplo, una mujer que escapa de un compañero posesivo y agresivo en plena noche; luego se entera de que se ha suicidado, pero no acaba de creérselo, sobre todo porque empiezan a pasarle cosas inexplicables», explica el director en las notas de la productora al recordar el origen del proyecto.

Así imaginó el cambio de perspectiva. Del investigador que se hace invisible y cómo «explota» su nuevo poder a la víctima que lo sufre. Dibujó así el personaje de Cecilia Kass (Elisabeth Moss), una arquitecta de San Francisco cuyo compañero sentimental, Adrian Griffin, es un famoso investigador cuya empresa es pionera en el mundo tecnológico. El la maneja como a su empresa, y la tiene encerrada en su propia vida. Hasta que ella consigue escapar de las garras del brillante inventor y pionero en técnicas ópticas , y consigue esconderse gracias a la ayuda de sus amigos y familia.

[El texto a continuación puede contener spoilers, aunque nada que no se haya visto en el tráiler]

Hasta ese punto, el comienzo de cualquier historia sobre el machismo... Hasta que él se suicida para sorpresa de todos, menos de Cecilia a la que todo le empieza a parecer ser un sinsentido y comienza a dudar hasta de su propia cordura.

«La idea de una víctima perseguida por el Hombre Invisible apareció desde el primer momento. A medida que escribía el guion, me di cuenta de que muchas mujeres que sufren abusos están en la misma situación , no se las cree por mucho que intenten demostrar que algo terrible les pasa. No consiguen convencer a nadie. Pero tampoco quiero meterme mucho en esto porque creo que una de las ventajas de ser guionista y director es tener la oportunidad de descubrir las interpretaciones del público», explica el cineasta.

Cine de terror

Sustos, tensión y gritos... pero sin los viejos trucos del género de meter a los protagonistas en un sótano oscuro lleno de objetos del Halloween anterior. «La apariencia es contemporánea, limpia, totalmente diferente de las clásicas películas de monstruos», dice el productor Jason Blum. «No hay nada espeluznante, nada de telarañas. Nos alejamos de todos los estereotipos del terror », confiesan, para demostrar que también se puede dar sustos a plena luz del día sin golpes de cámara y de sonido.

Para filmar la invisibilidad, es decir, lo que no se ve, el equipo de la película investigó sobre los científicos que hoy día más han avanzado en este campo. «Hasta la fecha solo se han conseguido resultados a escala muy pequeña ‘torciendo’ la luz alrededor de objetos que al no reflejar la luz no se ven. Pero la idea no nos pareció muy cinematográfica. En su lugar, optamos por una teoría basada en la ciencia óptica. Se trata de un traje hecho de cientos de diminutas cámaras que ruedan lo que tienen delante mientras producen un holograma de lo que filman en la cámara opuesta. Así, las cámaras en la espalda del traje filman yendo hacia atrás, pero la imagen aparece delante como un holograma, en la dirección opuesta. Por lo tanto, lo que está detrás de la persona que lleva el traje aparece delante, haciendo que desaparezca, literalmente», cuenta el jefe de producción del filme.

Para los equipos de efectos visuales no es nada fácil diseñar ciertos elementos, pero es aún más complicado crear algo que no está en la pantalla. Los departamentos debieron enfrentarse a una dificultad mucho mayor de lo habitual. En lo que se refiere al Hombre Invisible propiamente dicho, primero se generó una versión de un traje de neopreno real por ordenador. A continuación, tuvieron que encontrar la forma de visibilizar la tecnología para el espectador. Todo para que lo invisble de los nuevos tiempos se vea en pantalla.

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