Enrique González Macho: «Las salas probablemente no resistirán, es materialmente imposible mantenerlas»
El dueño de los cines Renoir y expresidente de la Academia rompe cuatro años de silencio en la presentación de «Mi vida en V.O.»
![Enrique González Macho](https://s2.abcstatics.com/media/play/2020/12/09/gonzalez-macho-kZ0F--1248x698@abc.jpg)
A Enrique González Macho , que había sido productor de casi 40 películas fundamentales del cine español, que había distribuido desde Alta Films más de 1.400 títulos, que desde los cines Renoir había proyectado otras miles más, un día la industria le dio de lado. O como él mismo recuerda, se cruzaban de acera cuando lo veían. Los amigos se esfumaron -«salvo honrosas excepciones»- y los enemigos se ensañaron. Fue acusado de fraude de subvenciones y falsedad en documento público a finales de 2015, unos meses después de dimitir como presidente de la Academia de Cine. Y desapareció del mapa. Silencio rotundo. «Callé con gran dolor de mi corazón y porque mi abogado me dijo que si hablaba, me dejaba». Incluso cuando fue absuelto de dos de los tres casos, a finales de 2019, decidió no hablar. Ahora, con un último caso todavía en manos de la Fiscalía, publica «Mi vida en V.O.» , una suerte de autobiografía en la que, promete, no hace «ningún ajuste de cuentas».
En las 480 páginas salpicadas de anécdotas, recortes de prensa y estadísticas de su trabajo, además de un puñado de fotos, se permite hacer un recorrido por más de medio siglo de cine español. Lo hace en primera persona porque ahí ha estado desde que en 1967 empezara su carrera de meritorio. Pasó de productor a distribuidor y de ahí, a exhibidor. Conoce cada rincón del séptimo arte en España y se permite frases que escaman a algunos, como que «la censura de la República fue peor que la del Franquismo». «No soy franquista -se excusa- pero las cosas hay que decirlas como son».
Vieja escuela
Cuando González Macho habla, suena a una época pretérita. Una en la que se decían las cosas sin cortapisas, donde los equipos de prensa no entrenaban a los entrevistados para no decir nada ni donde los algoritmos decidían qué película hacer. Es un hombre de cine a la vieja usanza. «Ahora hay gente que está en el cine que tiene muchos másteres pero que podría estar aquí como en la venta del champiñón», analizó ayer durante la presentación del libro. Por eso, tras repasar todas las muertes que han amenazado al séptimo arte, todas las guerras que casi acaban con la pantalla grande, mira a las plataformas: «Tienen solo sentido financiero. Cuando les interese, saltarán a otro sitio. Han creado fórmulas para crear éxitos sin crearlos, porque si todo son obras maestras , todo se convierte en vulgar», señaló.
La desgracia del mejor
Desde los Cines Renoir Princesa, en pleno centro de Madrid, González Macho pronosticó un futuro negro para el único negocio que mantiene vinculado a la industria tras el cierre, en 2013, de Alta Films. «Las salas probablemente no resistirán. Es materialmente imposible mantenerlas», apuntó desde la «desgracia» de ser «el menos desgraciado» ya que sus cines llevan varias semanas siendo los que más taquilla hacen de toda España. Pero «no es sostenible»: apenas cubren entre un 18 y un 30 por ciento de los costes. «De no ser por que el año pasado fue el mejor de la historia, y por que cuando esto empezó había dinero en caja porque no se habían repartido los beneficios entre los socios, estaríamos peor. Pero si en marzo la cosa no ha remontado, apago todo y nos vamos. No habrá para pagar las nóminas del mes siguiente», sentenció. «Ahora entran 130 personas y dices “qué bien”, y eso es lo que antes hacía la sala más pequeña de aquí».
Eso sí, el santanderino, que suma 73 primaveras y que ha visto de todo, sospecha que esta situación no es casual. «Huele a chamusquina», aseguró antes de bosquejar una explicación a que las grandes productoras se guarden sus estrenos más rentables. «El mercado asiático ya es el primero del mundo y en Europa los cines están abiertos. ¿Por qué no estrenan en estos mercados?» Y encontró rápido una respuesta: «Trump derogó una ley que impedía a las “majors” comprar salas de cine. Si es así, podría ser que haya financieros importantes interesados en que las salas se vayan a hacer puñetas para comprarlas y tener también las salas».
«Mi vida en V.O.» , editado por Atticus y escrito con la colaboración de Begoña Piña, fue la manera de escapar del silencio de esos momentos -«es muy duro saber que tienes detrás 350 años de cárcel y 400 millones de multa»- y de ordenar una vida de película. «Prometo que el que lo lea pasará un buen rato», culminó.
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