La desconocida y erótica película del Drácula español
Todas las noches, cuando el Drácula de Bela Lugosi dormía, era el cordobés Carlos Villarías quien afilaba sus colmillos y se ponía la capa del vampiro para una versión española de la original, mucho más atrevida que la que ha pasado a la historia
Notorious Ediciones publica 'El libro del 90 aniversario de Drácula', sobre la película basada en la novela de terror de Bram Stoker

Drácula no dormía durante el día para hincar el diente por la noche. Cuando el carnal Bela Lugosi se acostaba, el cordobés Carlos Villarías se ponía la capa y sacaba los colmillos. No sucumbió a las adicciones —a la metadona, morfina ... y el alcohol– que destruyeron al mítico vampiro, quizás porque, en lugar de lanzarse al cuello de sus víctimas, prefería besarles en la mano. Tampoco se convirtió en una leyenda del cine de terror, como su homólogo de Transilvania, enterrado con el disfraz del conde más escalofriante de todos los tiempos.
A la sombra de la fama y el talento de Lugosi, Villarías protagonizó la otra versión de 'Drácula', rodada en español y de forma paralela a la película de Universal . Cuando el actor que rechazó ser Frankenstein se metía en el ataúd y le daba una tregua a la melancólica Helen Chandler , ocupaban el set el cordobés, acreditado en este título como Carlos Villar, y la mexicana Lupita Tovar. A los mandos de la adaptación en español de la novela de Bram Stoker estaba George Melford –elegido por su dominio del idioma, aunque en realidad necesitó al mexicano Enrique Tovar Ávalos de enlace–, que convirtió en una estrella a Rodolfo Valentino y en 1931 usó los mismos decorados y vestuario donde grababa Tod Browning para una versión más picante del clásico de terror.
La desconocida hazaña responde al nombre de MLV, que viene siendo una versión en múltiples idiomas de la original; una tendencia de los estudios de Hollywood arraigada al principio del cine sonoro para llegar a un público que no hablaba inglés en una época en la que no estaban institucionalizados lo subtítulos o el doblaje.

El 'Drácula' español, más aterrador que el Condemor de Chiquito de la Calzada , se rodó en la mitad de tiempo y con un presupuesto menor que el de Bela Lugosi, de cuyo estreno se cumplen nueve décadas el próximo 14 de febrero. Con 29 minutos más de metraje, debido a la ausencia de alteraciones finales en el montaje, donde no se suprimieron secuencias completas ni diálogos, «la versión española ofrece continuidad plena y coherencia interna, sin las brutales elipsis o flagrantes omisiones de la norteamericana», explica Adrián Sánchez en 'El libro del 90 aniversario de Drácula' , de Notorious Ediciones .

En la película de Melford gana protagonismo el castillo donde el vampiro satisface su sed de sangre y pone más énfasis en la religión, algo comprensible teniendo en cuenta el mercado católico al que se dirigía. Pero también es más erótica que su sucedánea, sentando las bases a la sensualidad que definiría el género vampírico. Solo cuando Tovar vio la versión estadounidense se dio cuenta de lo diferentes que eran sus camisones, repletos de transparencias y mucho más atrevidos que los del filme de Browning. «Los vestidos que llevaba Helen Chandler cubrían todo», recordó la actriz en una entrevista en 2014, dos años antes de su muerte. « Lo que me dieron fueron grandes escotes, lo que llamarías sexy . ¡Ni siquiera me había dado cuenta!», explicó la mexicana, que se casó con Paul Kohner, el productor de la película, un año después del estreno de 'Drácula'.
Perdida e incompleta
«Incompleta durante mucho tiempo, el hallazgo de una copia con todo el metraje en la Universidad de La Habana y su posterior restauración en los laboratorios de la UCLA en California permite observar un fenómeno fascinante que confirma en plenitud la noción del punto de vista, de la subjetividad sobre material y medios: a partir del mismo guión, en idénticos escenarios, la película es distinta», aclara Sánchez. En 2015, la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry. Un digno final para una cinta siempre a la sombra de la norteamericana.

El 'Drácula' duplicado no tenía a Lugosi, pero sí mejoró en el resto a la película de Browning. Con más diálogo que la original, la versión española del vampiro saca más partido a la iluminación y los ángulos de cámara, gracias a la posibilidad de revisar y corregir los 'dailies' de 'Drácula'. «El grado de reinterpretación que el equipo consideró necesario aplicar a la película norteamericana bordea lo obsesivo. Si Browning y [Karl] Freund componían un plano de derecha a izquierda, el filme español lo revierte, casi como por reflejo . Las composiciones del original son singularmente planas, como una obra de teatro interpretada en un estrecho proscenio. El trabajo de [George] Robinson con la cámara se distingue por el uso de múltiples niveles de plano y acción. Los objetos en primer término crean tensión u profundidad, mientras que otros elementos situados en término medio (telarañas, ventanas, ramas, barrotes, etc.) ayudan a dividir y definir el campo visual», explica David J. Skal en 'Hollywood Gótico'.
Robinson y Melford limitaron los frenéticos efectos teatrales en los que se apoya Browning, consiguiendo una película contemporánea, más moderna que la de Lugosi, ya antigua en 1931 . «En conjunto, hay una atención al detalle netamente superior por comparación. En cierta medida no solo por esa labor de Kohner de revisión del material disponible, y la devoción de todo el equipo respecto al mismo, sino también por una mayor libertad en relación al proyecto. Dentro de las limitaciones de espacios, días y presupuesto (la película fue terminada por poco más de 66.000 dólares, llegando a ahorrar 2.000 sobre el presupuesto adjudicado), este segundo equipo operó con total autonomía y se libró de los rigores de la revisión del montaje. El resultado es una película cuidada, atenta al pequeño detalle, que Browning en general desdeña, mostrando en ello crudamente su decepción respecto al material», sugiere Sánchez en el capítulo que le dedica a la versión española en el libro de Notorious Ediciones.
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