'Deepfakes': el precio por una cara falsa
La técnica, que sirve tanto para rejuvenecer actores como para 'resucitar' a viejas estrellas, genera un debate en torno a los derechos de imagen

Elvis Presley tenía 42 años y había muerto. Era agosto de 1977 y él uno de los iconos de la cultura pop del momento —y de todo el siglo XX–. Las tiendas se llenaron de camisetas con su cara, gorras con su cara, ... tazas con su cara. Elvis había muerto, pero estaba por todas partes. Y aquello horrorizó a otra de las estrellas musicales del momento, Frank Sinatra , que, paseando por Las Vegas, se tropezó con el rostro de Presley impreso en una taza en un puesto de suvenires. Él no quería que su cara acabase adornando tarros. Aquella anécdota, entre otras, sentó un precedente en la industria del espectáculo en cuanto a derechos de imagen . Aunque Sinatra acabó apareciendo en tazas, gorras y camisetas.
Casi 44 años después de ese incidente, la legislación en cuanto a los derechos de imagen de una persona ha evolucionado y se ha consolidado con diferentes matices a lo largo del globo. Por su parte, la forma en la que se hace uso de la imagen se ha desarrollado mucho gracias a la tecnología. Hoy se puede recrear la imagen en movimiento, en vídeo, a través de los 'deepfakes'; un engaño visual nacido del porno .
¿Pero qué es un 'deepfake'? Un montaje hecho con inteligencia artificial (IA) que recrea la cara y los gestos de una persona, pudiendo colocar su rostro sobre el de otro sujeto de forma cada vez más realista .
Esta técnica se popularizó en la red social Reddit, en 2017, con la manipulación de vídeos de actrices porno para cambiarlas por iconos cinematográficos como, por ejemplo, Scarlett Johansson . Desde entonces, se ha utilizado para parodiar discursos políticos. Y, por supuesto, en la industria del cine.
«Los deepfakes en el ámbito cinematográfico, probablemente, evolucionarán para hacer más realistas las escenas con especialistas. Para ponerle la cara del actor al doble de riesgo que haga las escenas de acción », sostiene Alejandro Pérez Blanco, profesional de efectos especiales que, entre otros, ha creado los deepfakes del programa satírico ‘El Intermedio’ y ha trabajado en la producción de ‘30 monedas’ de Álex de la Iglesia , rejuveneciendo y cambiando el rostro de los actores de la serie mediante esta técnica.
Rejuvenecer actores
Pérez cuenta que en ‘30 monedas’ apenas contaron con imágenes de juventud del actor Manolo Solo y que tuvieron un problema con las pocas que dispusieron. Salía con gafas de sol en las fotos. En todas las fotos. ¿Y cómo le quita uno las lentes a una selección de instantáneas viejas?
«Decidimos utilizar a alguien joven que se pareciera a Manolo, y esa persona no sale en imagen en toda la serie, pero le pedimos permiso y él llego a un acuerdo con la producción para que apareciera en los créditos», explica.
Para construir un buen 'deepfake' hace falta contar con material de imagen y vídeo de la persona a emular. Y es ahí donde entran las diferentes legislaciones en cuanto a derechos de imagen: en la Unión Europea está considerado como un derecho fundamental. En Estados Unidos, en cambio, el derecho de imagen forma parte del denominado 'right of publicity', que consiste en el derecho de una persona para controlar el uso comercia de su identidad, como el nombre, voz, o la propia imagen como únicos.
«En general, en Norteamérica se considera un derecho de propiedad en contraposición a un derecho personal y, como tal, la validez del derecho de publicidad puede sobrevivir a la muerte de un individuo», señala Miguel Ortego, profesor de Derecho Tecnológico en la Universidad Europea quien apunta que, en Europa, con el tiempo, este derecho fundamental se ha ido mercantilizando y, cada vez con mayor frecuencia se autoriza el uso y/o explotación de la imagen que, en ocasiones, se considera como un derecho patrimonial.
Intérpretes de ayer en películas de hoy
Peter Cushing murió en 1994. Era el actor que daba vida al Gran Morff Tarkin, un personaje y villano del universo ‘Star Wars’. ' Rogue One ', una de las nuevas películas de la saga, se estrenó en 2016 y el británico Cushing estaba allí. Era un guiño cariñoso y la empresa había pedido permiso a la familia, que era la que tenía los derechos de explotación de la imagen de Cushing.
Sin embargo, en la industria del cine, muchas veces los derechos de explotación no son de la familia o de los herederos directos; «el hijo de Boris Karloff [Frankenstein, 1931], que es abogado, ha intentado proteger los derechos de su padre, porque, al final, Frankenstein es propiedad de Universal. Pero, ¿y Boris Karloff haciendo de Frankenstein?», se pregunta Pérez para agregar que, a este respecto, «hay muchas historias curiosas».
Una de ellas es la explotación de la imagen de Marlon Brando en ‘El Padrino’, pertenece a Paramount . Esto significa que para imprimir la cara de Brando como Corleone en gorras, tazas y camisetas los permisos son de Paramount. Marlon Brando les cedió todos los derechos ¿por qué?, Pérez cuenta que Marlon Brando lo cedió todo, hizo la película gratis porque estaba en un momento muy bajo en su carrera.

También existe el caso contrario, como Tom Cruise en 'Top Gun' . Él firmó un contrato quedándose con la mayor parte de los derechos, por lo tanto, si alguien quiere hacer un póster con ese personaje, tendrá que pasar por el propio Cruise.
«Pero todo esto es la escuela americana», apunta Pérez para agregar que, en España (y Europa), es una cuestión todavía ajena por una sencilla razón; no tenemos un Marlon Brando en El Padrino.
Las voces de los otros
Carlos Ysbert es actor de doblaje, ha dado voz a Homer Simpson y a infinidad de personajes más . Y se ha visto obligado a ceder todos los derechos de voz para poder trabajar, como muchos actores de doblaje, ¿por qué? porque trabaja con empresas norteamericanas.
«La mayoría de las empresas norteamericanas te hacen firmar una cesión de derechos total», apunta Ysbert para agregar que con eso están vulnerando la ley de propiedad intelectual europea, para él, claro supone un problema; «nosotros, en España, nos regimos por una ley de propiedad intelectual que está en sintonía con la legislación europea, pero los americanos imponen sus condiciones».
Eso ocurre porque, como señala Ortego, el ya mencionado right of publicity lo permite: «es un derecho con el que se puede comerciar como cualquier otro y que se sujeta a los acuerdos a los que lleguen las partes».
Cuenta Ysbert que la mayor parte de las multinacionales, salvo Disney, no pagan nada por la cesión de derechos. «Si no firmas no trabajas, esa es la coacción», afirma el actor. Una situación que sindicatos como el de Artistas de Doblaje de Madrid (ADOMA) llevan años denunciando.
Ética, demandas y derechos en conflicto
«Todos los deepfakes que hemos hecho en ‘El Intermedio’ han sido sujetos de crítica», explica Pérez, aunque no han llegado a ninguna parte porque la sátira y la crítica están amparadas bajo el derecho a la libertad de expresión, aunque matiza que en “los proyectos serios” que ha hecho, no ha utilizado la imagen de nadie que no estuviera de acuerdo.
Por otro lado, ¿se puede hacer un deepfake de una persona que haya fallecido hace mucho tiempo, no tenga herederos y cuya imagen ya no tenga derechos de autor? La respuesta es sí, pero con matices, ya que el derecho fundamental se mantiene post mortem. Si el uso de esas imágenes entrara en conflicto con el derecho al honor del difunto, se podría entrar en litigios.
¿Y si sacamos una imagen de redes sociales para construir un deepfake?, Según Luis Felipe Álvarez, profesor de Derecho en la UDIMA; «Si una persona ha fallecido y nosotros obtenemos su imagen de una red social, sí podríamos utilizar esa imagen, cosa que, si estuviese viva, no podríamos hacer sin su consentimiento» .
La tecnología avanza rápido. Los actores registran sus caras cuando éstas se convierten en personajes. Los dobles de acción cada vez serán más realistas porque no hará falta que rostro y cuerpo estén en sintonía, la inteligencia artificial rellenará los huecos.
La vida bajo la tecnología está en constante cambio. Que sea «bueno o malo» dependerá, como siempre, de su fin.
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