Antonio Banderas: «Hacer reír se ha convertido en algo muy serio en nuestros días»
Presenta en Venecia ‘Competencia oficial’ una comedia de egos junto a Penélope Cruz y Óscar Martínez

«‘Competencia oficial’ es una especie de análisis muy poderoso sobre la estupidez», sentenciaba lapidario Antonio Banderas en el caluroso mediodía en el Lido de Venecia un día antes de la premier mundial de esta comedia dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn ... . En esta película Banderas encarna a Félix Rivero, un actor ególatra por naturaleza, de gran celebridad. Junto a Penélope Cruz como la muy particular directora Lola Cuevas, y Óscar Martínez como Iván Torres, un actor de método y abanderado de la soberbia intelectual, conforman una triada que se dispone a rodar un filme.
Fuentes de inspiración no les faltaron a estos tres actores que a lo largo de sus carreras han lidiado con diferentes directores, compañeros de trabajo, situaciones diversas y que conocen el derecho y revés del mundo del cine. No dan nombres, pero se cruzan miradas y sonrisas de complicidad. Banderas da un paso adelante, quizás anteponiéndose a una posible insistencia, y cuenta que la inspiración la encontraron sobre todo «en las cosas más anecdóticas, la mala leche ya venía y muy bien organizada », zanjaba. La diversión está garantizada.
La pugna de egos es uno de los platos fuertes y absolutamente divertidos en Competencia oficial, filme que compite en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Banderas, Cruz y Martínez también saben –quizás demasiado– sobre la estupidez y las arrogancias, tanto las propias y como las ajenas.
«El ego no es solamente un arma para el arte, es también un inconveniente porque engaña», reflexionaba Antonio Banderas en un restaurante a las orillas del Mar Adriático. «Si entras en una película con ego, probablemente te vas a equivocar en el camino porque a los personajes tienes que tomarlos con humildad , y eso debe hacerse en cualquier género y en los distintos campos como puede ser el teatro, la televisión o el cine».
Por su parte Penélope Cruz percibe el ego como «un animalillo salvaje que se puede llegar a adiestrar », aunque también como un motor para seguir aprendiendo y creciendo en la profesión. Sin embargo lanza en forma de advertencia: «si no llegas a domarlo, al final te acaba afectando».
Evidentemente encantado de haberse dejado convencer por Penélope Cruz para participar en esta historia hilarante e irónica, Banderas no pierde la oportunidad para recordar la manera como es percibida la comedia. «Siempre ha sido un género muy denostado, no se le presta atención como al drama profundo y complejo», se lamentaba, «sin embargo hacer reír se ha convertido en algo muy serio en nuestros días. Estamos viviendo una época en la que hacer reír es un lujazo y más hacerlo con una cierta inteligencia».
Los glaciares del olvido
Ante la pregunta de cómo quieren ser recordados, Cruz responde con rapidez, ubicando su transcendencia en el plano personal más que en el profesional, abrigando la esperanza de ser recordada como alguien que «trató de hacer las cosas bien y que por lo menos no intentó hacer daño a nadie». Como buen argentino, Martínez hace una cita libre de una frase de Jorge Luis Borges, «no ser condenado a los glaciares del olvido» , y completa que le gustaría ser evocado como alguien íntegro y de buena fe.
Cuando le llega el turno a Antonio Banderas, el malagueño duda sonriente. «Sinceramente no sé cómo me gustaría ser recordado», dice reduciendo su característica velocidad de verbo, «la verdad es que una vez que uno se larga, me da exactamente igual porque yo no lo voy a sentir, voy a estar muerto». «Me preocupa el presente, lo que estoy haciendo ahora, las cosas inmediatas, y trato de disfrutarlas y compartilas con la gente con la que estoy trabajando», continuaba Banderas con su reflexión, «es cierto que los años van pasando, echas la vista atrás y hay un camino, y por la profesión que tenemos el sendero va quedando». Al final Antonio encuentra una posible manera de ser recordado. «Como un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra, como decía Machado », concluye.
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