crítica:
'Ocho apellidos marroquís' (**): Españolazos en patera
La película le da un buen repaso a los prejuicios y recelos del españolazo-cliché hacia nuestros vecinos y su avalancha
!['Ocho apellidos marroquís' (**): Españolazos en patera](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/11/30/apellidos-RXwnrzcmDo5YOTGXMJztbyK-1200x840@abc.jpg)
Calculadamente enclavada en el grupo conocido como 'Ocho apellidos… y rellene los puntos suspensivos', que empezó con vascos, siguió con catalanes y ahora llega a la trilogía con marroquís (mejor sería, dicho sea de paso, escribir marroquíes). En las dos primeras, dirigidas por Emilio Martínez- ... Lázaro, se trataba de divertir con los tópicos del nacionalismo, o las particularidades vascas y catalanas. Y ahora, en esta aproximación de Álvaro Fernández Armero no se trata, como sugiere el título, de observar en un espejo cóncavo las singularidades marroquíes, sino que, en realidad, le da un buen repaso a los prejuicios y recelos del españolazo-cliché hacia nuestros vecinos y su avalancha.
El guion y su puesta en pantalla reduce a tópicos la imagen de los personajes españoles: la banderita, el golf, el católico, el apelativo 'moro', el supremacismo mezclado con miedo y recelos… En fin, va a buscar la xenofobia a un lugar cómodo, 'correcto', pero no muy preciso, porque las digamos 'clases altas' no suelen sentir la presencia del extranjero como una amenaza tan cercana y manifiesta como la digamos 'clase obrera', con más motivos reales o ficticios al competir laboral y vecinalmente con ellos. Pero esto es solo palabrería en los márgenes de una película que solo pretende ser divertida, aunque sea a costa de enviar una representación distorsionada y manida de un amplio sector de la sociedad.
El argumento es simple y bien intencionado: se trata de sacar de sus prejuicios a los personajes que interpretan Julián López, Michelle Jenner y Elena Irureta, cántabros de pura cepa (de los de ocho apellidos), y la encargada de ello es la actriz sevillana María Ramos, de origen marroquí, que se apodera de la historia (y no solo de ella) con fuerza, personalidad, gracia y atractivo. Quizá el guion de Daniel Castro y el talento casi siempre fresco de Fernández Armero debería haber afinado algunas notas musicales del 'gag', del diálogo y sus réplicas, no apurarlos tanto, aunque, en cualquier caso, hay momentos realmente divertidos. No trae imprevistos, pero sí risas.
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