Crítica de cine

La imparable 'Furiosa' es todavía mucho más Mad Max (****)

Nadie diría nunca que está ante un Shakespeare, sino más bien ante una peli de consumo rápido, pero hay ráfagas, destellos, intenciones, que lo miran de lejos

Oti Rodríguez Marchante

Enviado especial a Cannes

Ha venido al festival de Cannes a estrenarse y no a ganar ningún premio (no compite), pero sí a explicar un par de cosas. Aclara, primero, el panorama general de la serie 'Mad Max', le da entidad, historia, contexto y olor a saga, y ... después explica con detalle algunos secretos para gozar del cine ante una gran pantalla y ser ameno y espectacular sin interrupción. Nadie tiene la pócima mágica para convertir una película en un gran éxito, pero George Miller, el director de las cuatro anteriores de 'Mad Max' y de esta última, pone a hervir una gran olla llena de ingredientes como si fuera las tres brujas de Macbeth.

El espectáculo comienza al mismo tiempo que la película, y con unas agitadas secuencias en las que aparece Elsa Pataky; no es un gran papel y enseguida pasa a la retaguardia de la historia, pero qué bien queda siempre en pantalla. Los protagonistas son la Furiosa del título, que interpreta Anya Taylor-Joy (y también, mucho y de niña Alyla Browne, fantástica), y el villano Dementus, que es el papel que hace Chris Hemsworth, el marido de Pataky, quien, como ella, tampoco queda mal en pantalla.

Casi todo es acción a lo grande, y George Miller arma un guion muy bien enlazado con la anterior entrega de la serie, 'Furia en la carretera', y cuenta una aventura que la precede, la explica, o sea, lo que se viene llamando una 'precuela', con lo que, de repente, toman sentido general y aclaratorio muchos detalles de todo ese universo postapocalíptico y motorizado. Es envidiable la pericia de este director para la puesta en escena, larga, larguísima en sus planos largos, y muy corta y cercana para los cortos. Y fabuloso todo su desarrollo, los múltiples detalles y los suaves escalones temporales…, parece imposible, pero apenas si se aprecia el cambio de la niña Alyla Browne, la primera Furiosa, a su parte ya adulta que interpreta Anya Taylor-Joy: una transición que absorbe por completo el buen ritmo de la película y el gran talento de su director. Es decir que, aunque no es una obra que presuma de sutilezas, las tiene y funcionan a pesar de ser casi indetectables.

Hay muchos personajes y todos en lucha contra todos, pero la historia nunca te descoloca ni pierde el sentido, ni tampoco un cierto grado, sin exagerar, de sensibilidad, con asuntos maternales, de dignidad, de pertenencia y de camaradería. Nadie diría nunca que está ante un Shakespeare, sino más bien ante una peli de consumo rápido, pero hay ráfagas, destellos, intenciones, que lo miran de lejos; por ejemplo, las partes más profundas de Chris Hemsworth, en las que está espléndido, con una aportación y calado a su personaje que, quizá, no estaba previsto. En sus partes brutas y graciosas también está 'sembrao'. Es decir, que se puede tener esa notable arquitectura humana y ser al tiempo un muy buen actor. Ella, Ana Taylor-Joy, siempre buscando el jaque mate, como en 'Gambito de dama', es una buena sustituta o antecesora de Charlize Theron. En fin, una de esas películas que arreglan un día grisón de festival.

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