Crítica de 'Más que nunca': En busca de la lucidez antes de estar muerto
A pesar de lo escarpado de su argumento, la película se compensa con una enorme suavidad y nobleza sentimental
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La única alerta que hay que pulsar sobre esta película es que, indudablemente, no es ni veraniega ni vacacional, sino que aborda una historia áspera y muy reflexiva sobre la muerte, o más certeramente, sobre estarse muriendo. A pesar de lo escarpado de su argumento y de la cuneta emocional donde se desarrolla, se compensa con una enorme suavidad y una nobleza sentimental que su peso se soporta cómodamente y mediante otras leyes que no son las de la mera gravedad. Una especie de amargor a punto de saborearse dulce.
El personaje es una joven con una extraña enfermedad pulmonar irresoluble, papel que interpreta con plena consciencia de lo que quiere transmitir Vicky Krieps ('La emperatriz rebelde', 'El hilo invisible'), una actriz que en lo físico parece un cruce entre Dominique Sanda y Meryl Streep y que arroja sobre la pantalla una terrible dureza en un envoltorio de placidez y suave rebeldía. Ella es prácticamente lo único importante de la historia y de la película, aunque la directora y guionista, Emily Atef, construye otros dos personajes de cierta entidad, su marido (Gaspard Ulliel), que permite cavilar sobre los efectos de la muerte a terceros, ese punto imposible en el que se sitúa uno ante lo irreversible, lo inaceptable, en un ser amado, y un tercer personaje (Bjorn Floberg) , un hombre extraño, lejano, pero que entiende los sentimientos de ella porque se encuentra en una situación parecida. Un triángulo que no acaba de estar bien resuelto pero que actúa como aliño de la dramática trama.
Lo mejor es, sí, Vicky Krieps, pero también los escenarios naturales entre los fiordos noruegos cuya belleza anima a pensar y a sentir que cada nuevo día en la Tierra es un consuelo y merece el dolor, la pena, la duda.
Más que nunca
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- Director(a) Emily Atef
- Reparto Vivky Krieps, Gaspard Ulliel, Bjorn Floberg, Liv Ullman
- Guión Emily Atef, Lars Hubrich
- Música Jon Balke
- Fotografía Yves Cape
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