Crítica de '¡Daaaaaalí!': Divertido retrato de Dalí pillado infraganti
Entre que es una película corta y que el entretenimiento aún la encoge, uno sale de ella con el reloj derretido
![Crítica de '¡Daaaaaalí!': Divertido retrato de Dalí pillado infraganti](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2024/10/24/dali-kEcG-U603247966445c5-1200x840@diario_abc.jpg)
Cualquiera que haya visto ya alguna de las anteriores películas de Quentin Dupieux sabrá que tiene todo el derecho a ponerle cuantas 'aes' quiera al nombre de Dalí; títulos como 'Mandíbulas' o 'Fumar provoca tos' contienen tal cantidad de 'surrealinina' que casi hacía previsible ... que Dupieux y Dalí se encontraran y se dijeran cuatro cosas el uno al otro. Y aquí está: se abre el telón y comienza un autorretrato de ambos que no tiene que ver con lo biográfico sino con el pulso entre ellos por ver cuál frena después y más cerca del precipicio, y el resultado es una obra tan genial, tan extravagante y daliniana, tan divertida e inteligente, que quien realmente se despeña es el estupefacto espectador.
Es una ficción, o incluso más que una ficción, y la única línea argumental que le une con la lógica es que una joven periodista (o farmacéutica, o panadera) quiere hacerle una entrevista documental al pintor; podría ser sólo eso, el intento de encuadrar, hacer una composición con la figura de Dalí, pero enseguida se convierte en justo lo contrario: hacer una descomposición, que el universo del pintor, su personalidad, su genio, estilo y carisma desborden por completo cualquier atadura y previsión.
El personaje es uno, él, pero los actores que lo interpretan son varios y cada uno de ellos, Gilles Lellouche, Jonathan Cohen, Pio Marmäi, Edouard Baer y Didier Flamand, le aporta su punto, su gestualidad, su pellizco y su intención. Las constantes alusiones a su obra, a sus espacios y a sus cercanos, como Buñuel o Gala, son también la indumentaria del argumento, lo que viste la película, que también está en conexión constante con lo buñueliano (los curas, las cenas 'encerrona', el bucle de los sueños…).
En cuanto a la puesta en escena, a la composición y descomposición visual de la narración, Dupieux es arriesgado y se acerca peligrosa y brillantemente en su frenada hasta el borde del precipicio, y consigue momentos que hubieran matado de risa al propio Dalí, como su interminable paseo por el pasillo del hotel, su visión de él mismo de viejo, la llegada al rodaje de la playa, la constante violación del sueño a la realidad. Y toda esa gola y fruncido tan a lo Dalí está trabajada sorprendentemente con gran sencillez, con recursos y 'truquillos' manuales, como filmar una acción y revertirla o la recreación de algunos cuadros de Dalí.
Y entre que es una película corta (apenas 80 minutos) y que el entretenimiento aún la encoge, uno sale de ella con el reloj derretido.
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