Crítica de 'Space Jam: Nuevas leyendas': LeBron James no consigue taponar a Michael Jordan
«Hay tal cantidad de efectos digitales, de mundo virtual, que el relato, su carne narrativa, tiene que buscar el camino hacia el corazón del espectador entre rastrojos de sensiblería y ternura paternofilial»
Los veinticinco años transcurridos desde que se estrenara 'Space Jam' nos permiten ahora, con el estreno de esta continuación con 'nuevas leyendas', comprobar un par de cosas que ya se sospechaban: que el carisma de Michael Jordan es irrepetible y que los avances tecnológicos no suponen necesariamente ni más espectacularidad ni más diversión. Tal vez LeBron James esté a la altura, o casi, de Michael Jordan en lo que se refiere al baloncesto, pero tiene el mismo carisma y expresividad en la pantalla (de cine) que Jean Pierre Léaud de actor adulto, que bostezaba a la cámara en sus primeros planos. Y en esta nueva aventura de 'Space Jam', dirigida por Malcolm D. Lee y entregada por completo a barnizar el mundo Warner, hay tal cantidad de efectos digitales, de mundo virtual, que el relato, su carne narrativa, tiene que buscar el camino hacia el corazón del espectador entre rastrojos de sensiblería y ternura paternofilial.
La historia, juegos aparte, viene a enaltecer la comprensión y el respeto entre padres e hijos, lo cual sería aún más loable si los guionistas hubieran puesto las luces largas a su trabajo. Lo mejor de ella está en la animación y 'personalidad' de los personajes de Looney Tunes, que aún resultan imparables y transgresores , y en la parte del juego, un partido del siglo (por supuesto, XXI) que se ve divertido y espectacular. En fin, es un producto, con todo lo que ello significa, disfrutable y con numerosas referencias, unas nostálgicas y otras actuales.
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