Crítica de «Malcolm y Marie»: Noche de estreno y velada de lucha velada
La trama y su anclaje espacio temporal tiene el ADN de una función de teatro, aunque la planificación y el elegante baile de la cámara la convierten en un suculento festín cinematográfico
![John David Washington y Zendaya en «Malcolm y Marie»](https://s2.abcstatics.com/media/play/2021/02/05/zendaya-kc8H--1248x698@abc.jpg)
Fastuosa y radiante puesta en escena que resume ese pensamiento estoico de hacer de la necesidad virtud. Rodada en los tiempos de clausura, esta hipertensa historia apenas sale del interior de una casa y del tiempo prácticamente real, con una pareja de actores en todos los sentidos de amplia y altísima gama, con un blanco y negro que prestigia la mirada y con una cámara que le arrebata al espacio todos sus sabores. El guion y la dirección son de precisión quirúrgica, ambos a cargo de Sam Levinson ; el sustento visual lo pone la fotografía de Marcell Rév, y la interpretación y perfecto molde, John David Washington y Zendaya . Prácticamente el equipo creador de la serie «Euphoria».
La trama y su anclaje espacio temporal tiene el ADN de una función de teatro, aunque la planificación y el elegante baile de la cámara la convierten en un suculento festín cinematográfico. En el interior del argumento encontramos un audaz y creciente «thriller» de sentimientos que se gradúa y modula en magníficos cambios de intensidad que el espectador proclive asumirá con auténtica pasión. El envoltorio, lo formal, de esta película es, pues, admirable y sorprendente, pero es en su interior, en la relación de esa pareja, donde lo superficial (en apariencia, la historia lo es) adquiere un grado de implicación y emoción desbordantes.
Hay algo en la mirada de Sam Levinson de «Opening night» (Cassavetes) y en su pareja, un director y su mujer que regresan a casa tras el éxito durante el estreno de su película, basada en parte y esencialmente en el drama vital de ella. Lo feliz y lo trágico se encuentran frente a frente en la velada, que se espesa, afila y tensa entre reflexiones, discusiones y reproches sobre el amor, el arte, la crítica, la gratitud, el olvido y la raza. La postura –posicionamiento- del espectador ante el duelo de argumentos baila tan elegantemente como la cámara, y cambia de «sospechoso», de «asesino» , como si se tratara de la pesquisa en un relato de Agatha Christie.
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