Crítica de 'Licorice Pizza': Magnetismo de dos jóvenes actores y píldoras de encanto en lo demás
El guion atrapa todo lo bueno de los personajes y su historia, incluso hace comprensible ese amor desequilibrado por la diferencia de edad entre ellos, pero también atrapa la digresión de varias escenas que están ahí como un pegote
![Cooper Hoffman y Alana Haim](https://s1.abcstatics.com/media/play/2022/02/10/licorice4-khZ--1248x698@abc.jpg)
Es, sin lugar a dudas, una de las películas 'simpáticas' del año y contiene todos esos materiales que adora la crítica (especialmente, la americana) y que se conectan bien al enchufe de un tipo de público. Una historia muy juvenil, muy romántica, que chapotea con melancolía en la California de los años setenta, que está narrada como a flashazos de memoria por Paul Thomas Anderson , un cineasta con estilo y rastreo de lenguaje, con dos personajes imposibles pero reconocibles y con dos actores que son, con mucho, lo mejor de la película, Alana Haim y Cooper Hoffman , a quienes verán probablemente por primera vez.
Alana Haim y Cooper Hoffman debutan en el cine; ella ha hecho, junto a su banda de música familiar, Haim, varios videoclips dirigidos por Paul Thomas Anderson , y él es hijo de Phillip Seymour Hoffman , tan unido a la pantalla con el cine de este director; ella es treintañera sin aparentarlos y él tiene 18, aunque sus personajes dentro de la historia son algo más jóvenes (25 y 15), y el argumento es sobre cómo Gary Valentine y Alana Kane se conocen, conectan y viven esa etapa de sus vidas en la que todo es emprender, comprender, equivocarse, soñar y despertarse en aquella época de principios de los setenta y en aquel lugar de principios cambiantes.
El guion de Paul Thomas Anderson atrapa todo lo bueno de los personajes y su historia, incluso hace comprensible ese amor desequilibrado por la diferencia de edad entre ellos (él parece más seguro y maduro que ella), pero también atrapa la digresión, el no venir a cuento, de varias escenas que están ahí como un pegote y solo porque al genio de Anderson le divierten (también a la aludida crítica y al aludido tipo de público) aunque no le aporten a lo esencial del cuento ni un gramo de sustancia.
Los 'momentos' Sean Penn, como Jack Holden, o los de Bradley Cooper , como el productor Jon Peters, son como un pequeño infarto al corazón de la película, y qué le añaden a cambio, ¿guiño?, ¿gracia?..., personalmente, no se la encontré, y al precio de propiciar la huida de lo bonito de la historia. Lo que se dice, una ocurrencia.
No es musical, pero la música te conduce felizmente por el relato junto a la luminosa ambientación y frescura general… Canciones, anécdotas y sentimientos… Simpatía en los rostros y las actitudes… Ambiciones y emociones de la juventud. Y la compañía de los sucesos de temporada, la crisis del petróleo, el careto de Nixon y el mundo que gira con los LP's (Licorice Pizza en argot). Y una especie de ligereza e inocencia en la mirada que sí es novedad en el cine espeso y ambiguo de Paul Thomas Anderson, lo cual es muy de agradecer. Lo mejor, lo más cercano y emocionante, lo que atrapa de la película, está en la pareja de actores, Alana Haim y Cooper Hoffman, en ese correr del uno hacia el otro como metales imantados. Y es una lástima que lo que debiera ser sublime se quede algún peldaño por debajo por la absurda idea de añadirle guindas innecesarias.
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