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Crítica de 'As bestas': Pintura negra del rencor o las razones de la sinrazón

Sorogoyen construye una película muy violenta, mucho, y en la que la violencia antes que verse se huele…

Imagen de 'As bestas'
Oti Rodríguez Marchante

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Rodrigo Sorogoyen tiene muchas virtudes como cineasta, pero quizá la mejor de ellas es que zarandea como nadie, varea al espectador como si fuera un olivo y su filmografía nos ha regado de aceitunas el suelo de alrededor. Pero vamos a ésta, ‘As bestas’, un lugar, unos personajes y un conflicto, con aire de wéstern, con atmósfera de thriller, con tono naturalista y con espíritu social. Un lugar en lo profundo de Galicia, un pueblo con poca gente y menos futuro; unos personajes sencillos que se desplazarán a lo extremo, a lo borde, y un conflicto que se abre en canal ante dos modelos de vida, la conservación y mejora de lo poco que se tiene o la venta urgente y la escapada. Ecología y estabilidad contra el abandono de una vida asquerosa durante generaciones.

En realidad, lugar, personajes y conflicto coinciden en lo externo con otras varias películas españolas (el caso más evidente sería ‘Alcarrás’), pero ‘As bestas’ contiene ese impresionante zarandeo y esas violentas sacudidas que convierten su historia en un cable pelado: un matrimonio francés se afinca en ese pueblo para llevar una vida tranquila de campo y trabajar la tierra y el paisaje sin prisas ni agresividad; las posibilidades de energía eólica en la zona son una amenaza, pero también una ocasión, para los habitantes si acceden en bloque a la venta de tierras para instalar grandes y alineados molinos de viento. Vender o conservar es el punto de fricción entre el matrimonio francés y algunos vecinos.

Sorogoyen construye una película muy violenta, mucho, y en la que la violencia antes que verse se huele… Hay varios momentos de diálogo, de cantina, de desafío, de suave furia en los que la tirantez rasga la pantalla. Tan bien filmados, tan bien interpretados que lo latente se palpa… Es impresionante el trabajo de los actores, pero Luis Zahera chisporrotea peligro, intimidación, y también su verdad y argumento sobre su necesidad de vender y largarse (¡qué gran duelo de razones entre ellos!).

Hay un segundo tramo de película, un interesante cambio de punto de vista: pasa del marido francés (Denis Ménochet) a la mujer (Marina Foïs) en un buen golpe del interlineado del guion de Sorogoyen e Isabel Peña , que cambia también la testosterona del duelo, de lo masculino a lo femenino. Y cambia el género, la intención, el color de la intriga de negruzca a inquietante, inteligente y llena de pinceladas sutiles de claridad. Otro detalle, tal vez virtud, de Sorogoyen en su cine –y en esta película perfectamente jugado– es lo inexplorado de su camino hacia el cierre, que no se dirige hacia la resolución prevista de la trama, hacia lo convencional del género, sino que se riza e involucra emociones y soluciones inesperadas y mucho más allá de, por ejemplo, el odio o la mera venganza. En fin, admirable es un buen adjetivo para ‘As bestas’ .

Crítica de 'As bestas': Pintura negra del rencor o las razones de la sinrazón

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