Crítica de «La noche de 12 años»: Los interiores del zulo, allá donde esté
En una dictadura militar tres «disidentes» son apresados, retenidos en condiciones infrahumanas y sometidos a torturas y vejaciones durante doce años

El director Álvaro Brechner tiene un curioso modo de plantear su relato: lo despoja de geografía, de entorno político y sociológico, y lo reduce al puro hueso de la historia: en una dictadura militar tres «disidentes» son apresados, retenidos en condiciones infrahumanas y sometidos a torturas y vejaciones durante doce años.
La historia tiene una base real, y ocurrió en Uruguay durante la década de los setenta, y una de las víctimas fue José Mujica , que llegó a la presidencia del país en 2010. Los otros dos, Tupamaros como él, eran Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Ni el pasado de ellos ni el presente, entonces, de Uruguay tienen sitio en la película, volcada exclusivamente en el estremecedor relato de la supervivencia de esos hombres desprovistos no ya de cualquier atisbo de derechos, sino del uso de sus propios sentidos, la voz, la vista, el mínimo contacto humano.
Película de enorme cantidad de tiempo detenido, de observación minuciosa del desgaste físico y psicológico, pero a la vez cargada de tensión y variadas percepciones. La interpretación, notablemente física, de Antonio de la Torre, Chino Darín y Alfonso Tort, es épica, y el momento Silvia Pérez Cruz con la canción «Puente sobre aguas turbulentas» es probablemente lo mejor de la película.
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