Crítica de Foxtrot: Lotería mortal
Aborda el intolerable conflicto judeo-palestino desde la óptica de las víctimas de Israel

Esta recomendable producción israelita aborda la cuestión que menos se plantea, aunque luego pueda ser la que más se explota, a la hora de declarar una guerra: una generación de jóvenes soldados entra en una lotería en la que las papeletas siempre tienen un mismo premio mortal. Es decir, aborda el intolerable conflicto judeo-palestino desde la óptica de las víctimas de Israel (igual hizo Hollywood con Vietnam); aunque una secuencia fulgurante en su trágica trivialidad pone también muertos palestinos sobre la pantalla, queden avisados los que esperen otra cosa, alguna imposible equidistancia.
Pero la virtud mayor de «Foxtrot» reside en su estructura. Es un tríptico cuyos episodios externos apuntalan un núcleo central de gran originalidad . En ellos, unos padres reciben la noticia que llevan esperando o temiendo desde que su hijo se fue a la guerra: no desvelo nada, es la primera escena de la película.
El interés del director Samuel Maoz se centra sobre todo en el rostro del padre, el arco de emociones y estados de pasmo que lo recorren al iniciar el duelo. Este doloroso proceso se repite en el tercer segmento, que sólo puede calificarse como una salvaje ironía del destino. Pero es el bloque central el que revela que Maoz es también un maestro en un registro muy distinto: el ejercicio cotidiano de la guerra en un puesto avanzado, un «checkpoint» en donde pasan el tiempo cuatro aburridos jóvenes soldados, como algo triste, absurdo, digno de Kafka o mejor de Beckett.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete