Crítica de 'Eugénie Grandet': Balzac, en plena forma y fondo

El trabajo de Marc Dugain y de su fotógrafo, Gilles Porte, es magnífico, tanto en la áspera puesta en escena como en el tratamiento de una luz portentosa

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Joséphine Japy da vida a Eugénie Grandet A Contracorriente

23/12/2022 a las 18:35h.

La novela de Honoré de Balzac ha atravesado casi dos siglos de vida y mantiene en pie lo más sustancioso de ella en el escaparate de la actualidad, como retrato de las imperfecciones del ser humano, su desorientación en lo esencial de la vida, y como apunte de la situación quebrantada de la mujer, aunque es en esto último donde la película encuentra el modo de acercarse a nuestra época sin despojarle fidelidad (o mucha, al menos) a la historia de Balzac.

La adaptación de Marc Dugain mantiene época, personajes y conflictos; es decir, narra la vida de Eugénie Grandet y su entorno moral y familiar, junto a su padre, un tonelero de provincias rico y profundamente avaricioso; a su madre, víctima paciente del poderío del marido, y a su amado, su joven y parisino que representa los nuevos tiempos, con todo lo que ello tiene de reprochable entonces y ahora. Hay retoques en el argumento, pero no distorsionan ni el sentido ni la sensibilidad, son cambios en el desarrollo y en el desenlace con los que pueden convivir los ojos del espectador y las pretensiones de la obra.

Las interpretaciones son correctas en el mejor sentido de la palabra, tanto la discreción de Joséphine Japy , que construye una Eugénie que pasa de la transparencia al atractivo enfoque, como la afinación en su grosera vileza de Olivier Gourmet (el padre y patrón), tienen un tono de elegancia y vulgaridad muy acertado, sin estrépito. Y el trabajo de Marc Dugain y de su fotógrafo, Gilles Porte , es magnífico, tanto en la áspera puesta en escena como en el tratamiento de una luz portentosa y que recoge lo lúgubre de la historia y también su espíritu romántico, melancólico.