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ABC Cultural

Crítica de «Aguas oscuras»: Crónica transparente sobre unos residuos turbios

Del mismo modo que la arquitectura argumental es clara, clásica y escrupulosa en tiempos y espacios, Haynes cuenta para una mejor transparencia con el tono austero y notoriamente abstemio (sin sustancias excitantes) de las interpretaciones, especialmente la de Mark Ruffalo

Mark Ruffalo
Oti Rodríguez Marchante

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El origen de esta historia está en un artículo escrito por Nathaniel Rich en el «New York Times Magazine», y que él mismo ha colaborado para convertirlo en guion de esta película en la que se cuenta la lucha durante años de un abogado contra la potente corporación química DuPont. El caso, además de largo, es complejísimo, pero cuenta para desenrollarse con la ventaja de un director como Todd Haynes , que lo desgrana con notable pericia narrativa sin caer en la tentación de imponerse él o su estilo sobre los materiales que ya de por sí son un puzzle de tragedias personales, dramas familiares, intereses económicos, ruinas medioambientales y propiedades químicas…

No intenta Haynes imponer su habitual elegancia, sutileza y distinción (como en otros títulos que la exigían, «Carol» o «Lejos del cielo»), sino explicar los hechos en una zona de Virginia donde la empresa química vertía sus residuos de PTFE, las dificultades «políticas» de su investigación, la batalla legal y sus efectos en las vidas de quienes afrontaron esa lucha. No es, pues, una película creativa sino esclarecedora, y hasta el punto de que cualquier espectador sacará alguna conclusión sobre su sartén de teflón (PTFE).

Del mismo modo que la arquitectura argumental es clara, clásica y escrupulosa en tiempos y espacios, Haynes cuenta para una mejor transparencia con el tono austero y notoriamente abstemio (sin sustancias excitantes) de las interpretaciones, y especialmente la de Mark Ruffalo , un actor que no necesita ponerse el dedo en la sien para que sepamos que está pensando o sintiendo.

El abogado que interpreta está compuesto de todos los ingredientes, los mejores y los peores, de su controvertida profesión. También el personaje de Tim Robbins rezuma ese mismo conglomerado. Y Anne Hathaway, que parecía cargar con un personaje, el de la esposa, típico de la sección de complementos, lo potencia en un par de instantes de fuerza y emoción. Es una película que hila bien con las necesidades actuales de «salvar el planeta» y, mejor aún, hila bien con ese gustillo tan humano cuando ve al pequeño enfrentarse con una honda al gigante.

Crítica de «Aguas oscuras»: Crónica transparente sobre unos residuos turbios

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