En la caverna con Werner Herzog
El cineasta alemán sigue asombrando al mundo con su documental en 3D «La cueva de los sueños olvidados»
Después de que Abel Ferrara le condenara a «arder en el infierno» (sic) tras conocer la aspaventera adaptación que perpetró de su gran «Teniente corrupto» hace un par de años, Werner Herzog tuvo a bien refugiarse en una cueva por lo que pudiera pasar. Y no en una cueva cualquiera, sino en la de Chauvet, una fascinante pinacoteca de 32.000 años de antigüedad descubierta ayer por la tarde (o en 1994, si se prefiere) y a la que, tras una odisea burocrática con el gobierno francés, el cineasta alemán pudo inmortalizar a gusto, largo y tendido, y hasta en 3D.
El resultado de tal hazaña fue, por un lado, un viaje iniciático similar al que Herzog vivió en sus años mozos con «Aguirre, la cólera de Dios» o «Fitzcarraldo» (declaró que, por las noches, sufría «vívidos sueños de leones y fieras» que le obligaron a pedir tiempo muerto y respirar hondo), y por otro, un soberbio documental llamado «La cueva de los sueños olvidados» que, tras ser proyectado en la pasada Berlinale y en el Festival de Toronto, se estrena el próximo viernes 25 en el Festival de Guadalajara (México) y, comercialmente, en el Reino Unido, donde los espectadores volverán a quedar asombrados y abrumados ante las posibilidades de la tecnología 3D aplicada a unas fantasmagóricas pinturas rupestres inmortalizadas en las paredes rugosas de la caverna fantástica.
Un clima que puede recordar a anteriores documentales del muniqués como el gélido «Encuentros en el fin del mundo» o el selvático «El diamante blanco». Porque no es ningún misterio el largo idilio entre Herzog y el cine de no ficción, desperdigado a lo largo de toda su filmografía «convencional» (aunque este adjetivo suena a chiste en su caso particular) y que vivió uno de sus momentos más intensos hace un lustro con «Grizzly Man», esa alucinante y trágica parábola entre hombre y oso .
Pero lo de «La cueva de los sueños olvidados» es harina de otro costal, como puede adivinarse en los tráilers colgados en internet (de momento, el público español se tiene que conformar con eso). Tal vez algún día Werner Herzog pueda hacer realidad su sueño cinematográfico que le confesara a su paisano Wim Wenders: rodar el documental de la primera expedición de la NASA a Marte. Aunque, la verdad, él nunca ha tenido mucho los pies en la tierra que se diga...
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