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Señorita Escarlata...

Señorita Escarlata...

En estos días se cumplen 70 años del estreno de «Lo que el viento se llevó» y el nacimiento de su leyenda. Se trata de uno de los grandes títulos de la historia del cine y conserva ese toque que hipnotiza al espectador desde la primera secuencia. ¿Su secreto? La mágica mezcla de su guión, la galería de personajes y los chismes sobre su rodaje. Todavía hoy intriga el «casting», porque dado el gran éxito editorial de la novela de Margaret Mitchell, todos (actores conocidos o recién llegados) soñaban con estar en los títulos de crédito. De todo este baile de nombres se hace eco, de una manera amena y divertida, Elisa Agulló en «Se las llevó el viento», un libro que cuenta todos los detalles del proceso de selección de Rhett Battler y Scarlett O´Hara.

En este inventario -asegura su autora-, «no están todas las que fueron o se sintieron candidatas», ya que esto sería más que una misión imposible, si se tiene en cuenta que se realizaron 1.400 pruebas y 40 lecturas oficiales para el papel. El que menos quebraderos de cabeza dio fue Rhett Battler, ya que desde el primer momento todas las papeletas -salvo algún nombre como Gary Cooper, Ronald Colman, Errol Flynn o Fredric March- las tenía Clark Gable. Para Scarlett o Escarlata O´Hara la cosa se complicó. Se hicieron pruebas hasta en los estados del Sur para buscar a una auténtica y anónima belleza sureña (sirvió de campaña publicitaria), hasta el punto de poner en riesgo el rodaje de la película. ¿El motivo? Una de las candidatas conocidas era Bette Davis y al ser rechazada, la temperamental actriz se embarcó en «Jezabel», una cinta de parecida temática a «Lo que el viento se llevó» y que restaba originalidad a esta gran superproducción que se estaba preparando. Al margen de la Davis, numerosas actrices ya conocidas en Hollywood soñaban con dar vida a la sin par Escarlata. Katharine Hepburn tenía muchas posibilidades, ya que al margen de por sus dotes artísticas tenía la suerte de haber trabajado con anterioridad con George Cukor, con quien le unía una gran amistad y era el que en principio iba a ser el director de la película. En esta lista también se encuentran Tallulah Bankhead, descartada por miedo a que su agitada vida amorosa -era una de las vampiresas del cine- afectara de forma negativa a la publicidad de la película. También aspiraban al papel Susan Haywar y Joan Fontaine. De esta última cuenta los cronistas de chismes que se presentó emperifollada con un traje de mujer fatal y cuando le comunicaron que la querían para el papel de la «cursi» Melania, soltó con un gruñido: «para eso llamen a mi hermana»... Y parece que le hicieron caso ya que el papel fue a parar precisamente a su hermana: Olivia de Havilland.

En las páginas del libro se recogen unas preciosas fotografías de las pruebas en las que aparecen, entre otras, Lana Turner, Joan Crawford, Barbara Stanwyck, Miriam Hopkins, Frances Dee, Paulette Goddard e incluso la descarada Mae West... Al final a todas ellas se las llevó el viento y el papel fue para una británica de ojos verdes rasgados y pelo negro como el azabache. Su nombre, Vivien Leigh. Ella tuvo -tiene, siete décadas después-el honor de ser Scarlett O´Hara la dueña y señora de Tara.

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