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«Paranormal activity 4», esto no es normal

La última entrega de la franquicia terrorífica vuelve a arrasar en taquilla y a multiplicar en beneficios su mínimo presupuesto

«Paranormal activity 4», esto no es normal abc

J. C.

Con toda justicia, la mayor parte de vatios del gran foco de la recaudación del fin de semana en España lo acapara la plusmarca de «Lo imposible» , pero, unos puestos más abajo, concretamente en la cuarta posición, localizamos una película que, sin apenas publicidad ni críticas (los periodistas especializadas no han podido verla antes de su estreno porque no hubo ni pases de prensa previos), ha logrado recaudar cerca de 700.000 euros . No está mal, pero la cifra palidece si la comparamos con los casi 25 millones de euros que ha logrado en la taquilla estadounidense, casi el doble que la segunda clasificada, «Argo» . Hablamos de «Paranormal activity 4», última entrega de, sin duda, la franquicia más rentable del cine actual.

Spielberg, muerto de miedo

Todo empezó hace un lustro , cuando una película con alma de «home movie» y con presupuesto de chiste (menos de 8.000 euros) se aprovechó de las posibilidades virales de internet y de ciertas leyendas más o menos urbanas a su alrededor (como que Spielberg casi la inundase en agua bendita , convencido de que era poco menos que satánica) para, ya en 2009, ir conquistando salas de estreno gracias una distribución también modélica (primero, «a la carta» y por petición, y luego, con el apoyo masivo de DreamWorks y Paramount) hasta superar la psicológica barrera de los 100 millones de dólares . Desde «El proyecto de la bruja de Blair» no se veía algo similar, pues «Paranormal activity» también jugó con la complicidad del acceso a las nuevas tecnologías domésticas, y la maleable frontera entre realidad y ficción, aparte de picar al vouyeur que todos llevamos dentro al presentarnos un caso supuestamente real de poltergeist filmado en la intimidad de una casa (sobre todo, un dormitorio). Unos respingos cómplices y la protagonista (la desconocida Katie Featherston ) paseándose en camisón con gesto pavoroso hicieron el resto.

Rodajes exprés, estrenos pre-Halloween y look de falso documental, las claves de su éxito

Y el resto, naturalmente, consistía en ponerle el «S.A.» a la gallina de los huevos de oro y producir secuelas como churros , rodadas en un par de semanas veraniegas, estratégicamente estrenadas en vísperas de Halloween, y hasta con guiños al ya renqueante terror japonés de «cucu-tras» (véase «Paranormal activity: Tokyo night»). El argumento, casi lo de menos: variaciones sobre los sudores fríos de la pobre Katie, con flashbacks incluidos, posesiones infernales, sombras chinescas e inclusión de personajes infantiles, recurso que pocas veces falla en estos casos. Aunque la cosa seguía espantando a la crítica («si te gusta comer palomitas durante una película, esto es como comerse la caja de cartón », escribía Roger Ebert), el público seguía llenando las salas.

El caso «Saw»

La secuela, estrenada en 2010 ya con un presupuesto estelar de dos millones de euros, despachó 150 millones en un periquete (récord de primer fin de semana para una cinta de terror), hasta sobrepasar los 200. Para la tercera parte , los tesoreros se tuvieron que conformar con unos 85 de una tacada, y un crecimiento más moderado pero igualmente espectacular. Pese a todo, la operación era redonda, pues tampoco hay que olvidarse de la venta en DVD, con sus «versiones sin censurar» y sus finales alternativos de anzuelo . Mucho más redonda que el anterior ejemplo de «terror charcutero»: la saga «Saw» , que desde 2004 a 2010 nos martilleó con un nuevo episodio (aunque el más exitoso, el segundo, solo recaudó 66 millones de euros), y amenaza con octavo capítulo (lagarto, lagarto). Pero, eso sí, aquí no hay gore repulsivo ni polémicas algo anacrónicas , como la calificación X de la sexta entrega de la serie de Jigsaw y sus 10 negritos. Solamente mal rollo y, como diría Arturo Ripstein , filosofía del «ay qué tuto, ay qué mello» .

No hay quinta mala (es un decir)

Pero con eso basta. Y más en estos tiempos del (decepcionante) terror en 3D y del pirateo indiscriminado al género (por supuesto, «Paranormal activity» no cuenta con fotografía de la escuela Néstor Almendros para disfrutar en pantalla gigante). Al menos, basta de momento y hasta 2013, en cuyo otoño nos volveremos a encontrar con una nueva ración de sustos en escabeche con la anunciada quinta parte , también dirigida, como las dos precedentes, por Ariel Schulman y Henry Joost. Ya se sabe: el efecto del respingo contagioso es tan antropológico como eterno, sea en una caverna prehistórica o en una sala de cine con butaca esponjosa. Así que a seguir cebando al filón hasta que reviente. Ya llegará otro después.

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