Gran duelo: Penn contra Bush
La película «Fair Game», sobre las falsedades de la guerra de Irak, trae otra gran interpretación de Naomi Watts
Cuando en una película la estrella de Hollywood mira con gravedad al Capitolio, uno ya supone que inmediatamente se van a decir grandes verdades. Nadie lo ha hecho, obviamente, como James Stewart, pero Sean Penn también se pone las botas de gran americano bueno en «Fair Game», de Doug Liman, en competición por la Palma de Oro.
Pero, la estrella de la función es Naomi Watts , conmovedora y premiable en el papel de ex agente de la CIA que se queda presa en aquella melaza de intereses y mentiras acerca de las armas de destrucción masiva y de la invasión de Irak. Liman cuenta una historia real, o sea, que ocurrió: el affair Plame-Wilson, la agente Valeria Plame (Watts) y su marido, el diplomático Joe Wilson (Penn), una auténtico caballero sin espada contra los tejemanejes de al administración Bush y especialmente con el vicepresidente urdidor Dick Cheney.
La narración de Doug Liman tiene el ritmo de Fred Astaire: en Irak, en Niger, en Washington, en la prensa canalla, en los despachos oscuros, en el hogar de esa pareja inusual que es, también, una familia ejemplar con dos niños camino del colegio… Las subramas se cruzan, empujan y pugnan por revelar la «gran verdad», que es, tal y como el tiempo probó, que las armas de destrucción masiva no pudieron ser la causa real para invadir Irak. Pero lo gracioso de esta película, que al tiempo es un punto esencial en el mejor y el peor cine americano, es que cuando crees que quieren demostrar una cosa, se traen otra muy distinta al primer plano: lo particular tapa a lo general; lo familiar e íntimo, a lo público y global.
«Fair Game» defiende hasta la última gota la honorabilidad de la familia Plame-Wilson, y su actuación impecable en aquellas investigaciones que aseguraban que no había armas de destrucción masiva, y en el camino, y tras entrar y salir del avispero de Irak, pasa de puntillas por lo que en principio quería contar… Y de ese modo, todo tiene su arreglo, pues las historias pequeñas se recomponen, en cambio la gran Historia es como es.
La guerra de Irak ya es un género en sí, casi como el western, y esta película, «Fair Game» , tiene la particularidad de que Sean Penn interpreta, sin dejar de ser él mismo, los papeles de Stewart y Wayne en su duelo contra la imagen de George Bush que es, en la pantalla de los noticiarios, como Liberty Valance en el saloon.
«La nostra vita» , de Daniele Luchetti, tiene la impronta de ese cine italiano que se arrima mucho a sus personajes y luego te los unta, con un cierto deje proletario pero con un estruendoso bombear de corazón. La historia quiere ser conmovedora: el padre que se queda sólo con los hijos, con su trabajo en la construcción, con problemas de dinero, de operarios ilegales, de relaciones… Luchetti adora a todos sus personajes, incluidos los evidentemente canallas, y se esfuerza con espíritu «viva la vida» que le pase otro tanto al espectador. Lo superficial no ha de ser siempre despreciable.
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