El flechazo de Robin y Marian abre el Festival de Cine de Cannes

La transparente Cate Blanchett y el infranqueable Russell Crowe han sido los primeros en llegar a través de las cenizas, y sin la compañía del lesionado Ridley Scott, director de este “Robin Hood” que ya no se parece en absoluto a Peter Pan como aquel Errol Flynn de las calzas verdes y bien prietas. La película inaugural de esta edición (la 63) del Festival de Cannes no es lo que se suele decir “un tiro”, sino más bien un dardo, otro más de una de las filmografías más quebradas y volubles que se conocen, la de Ridley Scott , que alberga cimas como “Blade Runner”, “Alien”, “Los duelistas” o “La sombra del testigo”, y simas como “Tormenta blanca” o “La teniente O,Neal”… Su “Robin Hood” está en la línea de “Gladiator” y en el tono de “El reino de los cielos”, y trae la particularidad de no contar la historia que uno prevé, sino otra: coge al personaje antes de que se instale cómodamente en el Bosque de Sherwood y lo sitúa en el fondo histórico de una época políticamente convulsa, con la muerte de Ricardo I y el pulso de su hermano, el rey Juan, con su madre Leonor de Aquitania …, la Carta Magna, la lucha contra la pérfida Francia, el nacimiento de la Gran Bretaña... Es decir, Robin Hood es aquí poco más que una pluma movida por los vientos de la Historia , hasta el punto de que no tirará más de tres o cuatro flechas en toda la película; o sea, es Robin Logstride antes de ser Robin de los Bosques.

Scott construye unos fondos muy verosímiles y potentes, con grandes corrimientos de masas, grandes batallas y escenarios y escenas espectaculares, y también construye unas figuras acordes con esos fondos, especialmente las de ellos, Robin y Marian, que se miran y acometen con hambre medieval: el porte y presencia de los protagonistas, Russell Crowe y Cate Blanchett (ella parece que ha nacido para ordeñar vacas y al tiempo desdeñar reyes), y construye escenas venerables para Max Von Sidow, y otras irritables para Oscar Isaac (el Rey Juan), y otras muy templadas para William Hurt…

En fin, una velada inaugural sin la finura aquella del villano espadachín Basil Rathbone, pero con el estilo y la exquisitez y delgadez de Kristin Scott Thomas, que era la encargada de conducir la ceremonia de apertura, y con una alfombra roja que está a ver lo que le cae del cielo, si son cenizas o si son estrellas.