Editorial
J.D. Vance, ¿acicate o contrapeso?
La elección del senador por Ohio, cuyo libro autobiográfico sigue constituyendo la mejor explicación del surgimiento del trumpismo, está preñada de claves políticas
La designación del senador James David Vance como candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos y compañero de fórmula de Donald Trump es un signo relevante de que las cosas podrían no discurrir por el cauce que se espera en los próximos meses. El hecho de que Vance no sea un trumpista de primera hora –llegó a tildar al magnate de «desastre moral», «idiota» y lo comparó con Hitler– es una muestra más del dominio absoluto que el expresidente ejerce sobre el Partido Republicano, hasta el punto de que puede darse el gusto de reciclar a sus viejos antagonistas. Pero en esta decisión hay mucho más. Trump podía haber elegido a una figura que lo reforzara en los segmentos donde despierta más inquietud, como hizo con un político tradicional como Mike Pence en su primer mandato, pero ha preferido a un hombre que es aún más conservador que él en cuestiones como el aborto y que es todavía más radical en su proteccionismo económico.
El mayor mérito de Vance fue publicar en 2016 un libro sobre su propia vida en el que describió con lujo de detalles la rabia y la frustración de los estadounidenses blancos pobres. Donald Trump supo conectar con ese resentimiento, particularmente agudo en el llamado Cinturón del Óxido, los estados que entonces y ahora son claves para consquistar la Presidencia. Con razón, 'Hillbilly Elegy' fue designado como el libro que explicaba las raíces de la victoria del nuevo líder populista. Nacido en una familia desestructurada, con una madre atrapada por las adicciones que lo arrastraba por los distintos hogares que creaba con sus sucesivas parejas, Vance fue rescatado por su abuela y por el Ejército. Tras su participación en la guerra de Irak consiguió una beca para estudiar leyes en la prestigiosa Universidad de Yale, donde se graduó y se casó con una estudiante brillante que era hija de inmigrantes indios. El éxito de su libro lo convirtió en un personaje nacional, y su historia fue llevada al cine. En 2019 se convirtió al catolicismo y en 2021 se presentó al Senado por Ohio y se reconcilió con Trump que lo apoyó de manera decidida.
Hay quienes creen que la elección de Vance camufla el deseo de Trump de apartar a los republicanos del conservadurismo tradicional y llevarlos por una senda puramente populista. Mitt Romney, por ejemplo, ha dicho que Vance es el senador por el que menos respeto siente. Por lo mismo, la elección gusta a las bases del expresidente y al movimiento MAGA, rejuvenece el ticket electoral (Vance tiene 39 años) y le permite a Trump explorar nuevos perfiles presidenciales. Es sabido que mientras Vance es un antiabortista beligerante, Trump cree que su legalización por los estados debe ser respetada. De hecho, el expresidente consideró que la decisión del Tribunal Supremo sobre el aborto en junio de 2022 lo perjudicaba y deterioraba su apoyo entre las mujeres.
Con todo, lo más preocupante de Vance son sus ideas sobre la situación internacional y la posibilidad de que se vea obligado a ocupar el despacho oval. Ha dicho que le importa un bledo la guerra en Ucrania y es enemigo de seguir enviando ayuda económica al Gobierno de Volodímir Zelenski, al que ha acusado de corrupto. Como buen proteccionista estadounidense es profundamente aislacionista. También es un populista que no dudó en alinearse con los huelguistas de United Auto Workers, tal como hizo Joe Biden en su momento. Lo que está por dilucidar es si Trump ha buscado un contrapeso para su segunda presidencia o un acicate para su populismo.
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