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LA TERCERA

Algo más que transparencia

«Detrás de las cifras y los datos, lo que verdaderamente importa son las vidas tocadas por esta misión. Pienso en la madre que encuentra el apoyo necesario para seguir adelante, en el joven que recupera su autoestima gracias a un programa de reinserción laboral... Estas historias nos recuerdan que la labor de la Iglesia no es abstracta»

La Tercera de ABC

NIETO

Francisco César García Magán

LA Navidad, que acabamos de celebrar como todos los años, puede ser el tiempo en el que aprendamos a leer el Evangelio. El nuevo año y el nacimiento de Cristo nos desafían a pensar en nuestras prioridades, en nuestros valores, en nuestro modo de vivir. Es una ocasión de profunda reflexión; es más, un examen de conciencia. Al final de un año que ha significado privaciones económicas para muchos, ¿qué podemos aprender de la humildad, de la pobreza, de la sencillez de la escena del pesebre? Es en el Evangelio donde los cristianos hallamos inspiración para la vida cotidiana y para su implicación en las cuestiones del mundo. Como nos trasladó el Papa Benedicto XVI en 2012, «los cristianos no deberíamos huir del mundo; al contrario, deberíamos comprometernos en él. Como administradores de la creación de Dios, tenemos el deber de atender a los más vulnerables, ahora y en el futuro».

La atención y el compromiso subyacen en la presentación de la 'Memoria anual de actividades de la Iglesia'. Este documento no es solo un ejercicio de transparencia, una de las claves que define el camino de la Iglesia en España en los últimos años. Tampoco es una simple rendición de cuentas. Quiere ser una ventana abierta a una misión viva y dinámica, donde se combinan cifras y acciones concretas que impactan profundamente en la sociedad. Más allá de los números, la Memoria refleja historias reales de servicio, acompañamiento y esperanza, y nos invita a mirar el rostro humano que hay detrás de cada estadística.

La transparencia no solo es un deber hacia quienes apoyan la misión de la Iglesia, sino también una manera de construir confianza con la sociedad en su conjunto. Y más en un contexto como el que vivimos actualmente, con demasiado ruido y demasiadas sospechas. Hoy vivimos en un clima en el que la incertidumbre, el miedo e incluso el odio, son emociones extendidas y, a veces, hasta dominantes. La generalización de la desconfianza provoca bloqueo y desánimo en el ambiente profesional, social y político. La confianza es un activo frágil y se relaciona también con la capacidad de escuchar y de narrar con sinceridad la propia experiencia.

En 2023, los contribuyentes que marcaron la X de la Iglesia en su Declaración de la Renta permitieron recaudar 382.437.998 euros, un incremento del 6,6 por ciento en comparación con el año anterior. Este aumento refleja la confianza que millones de personas depositan en la labor de la Iglesia. Y quiero dedicar un momento para enfatizar que por cada euro que la Iglesia invierte para cumplir su misión pastoral, social y cultural, se generan 1,65 euros en la economía española. Este impacto económico directo muestra cómo la acción de la Iglesia no solo beneficia a sus destinatarios inmediatos, sino que también contribuye al bienestar general de la sociedad.

En España, la labor de la Iglesia se materializa en sectores clave como la educación, la familia, la asistencia social y el acompañamiento espiritual. Más de 8.800 centros asistenciales atendieron en 2023 a más de 3,8 millones de personas, ofreciendo desde comedores sociales hasta residencias para ancianos y centros de acogida para menores. Estos lugares son un refugio para quienes enfrentan las mayores dificultades: familias sin recursos, migrantes, personas sin hogar y víctimas de violencia. En cada uno de estos centros, la Iglesia pone en práctica el mandamiento del amor al prójimo, llevando el mensaje del Evangelio a quienes más lo necesitan.

La educación es otro ámbito esencial en la misión de la Iglesia. Con más de 1,4 millones de alumnos formándose en colegios de inspiración católica, estos centros no solo ofrecen una educación de calidad basada en valores, sino que también representan un importante ahorro para el Estado, estimado en más de 4.600 millones de euros anuales. Esta labor educativa, abierta a personas de todas las creencias y procedencias, es una apuesta por el desarrollo integral de la persona y por la construcción de una sociedad más cohesionada y solidaria.

Pero la misión de la Iglesia no se limita a sus instituciones. Su dinamismo se refleja también en las más de 45 millones de horas que sacerdotes y laicos dedicaron a la actividad pastoral en 2023. Desde el acompañamiento espiritual en parroquias rurales hasta la presencia en cárceles y hospitales, la Iglesia busca estar allí donde más se necesita. Este compromiso no es solo una expresión de fe, sino también un acto de amor hacia el prójimo, un encuentro que transforma tanto al que da como al que recibe.

Detrás de las cifras y los datos, lo que verdaderamente importa son las vidas tocadas por esta misión. Al escribir estas líneas, pienso en la madre que, en un centro de defensa de la vida, encuentra el apoyo necesario para seguir adelante, en el joven que recupera su autoestima gracias a un programa de reinserción laboral, o en el anciano que vive sus últimos años rodeado de cuidado y afecto en una residencia. Estas historias nos recuerdan que la labor de la Iglesia no es abstracta: es concreta, humana y profundamente transformadora.

La Memoria también subraya el papel fundamental de los voluntarios, catequistas, agentes pastorales y laicos comprometidos que hacen posible esta misión. Son ellos quienes sostienen con su entrega diaria el corazón de la Iglesia, llevando luz a las sombras de nuestra sociedad. A todos ellos, quiero expresar mi gratitud. En un momento de polarización y erosión de los sistemas e instituciones básicos de nuestra convivencia; de hiperconectividad y, paradójicamente, de soledad, su labor es un ejemplo de lo que significa vivir el Evangelio y encarnar su mensaje de esperanza.

Con esta Memoria, queremos ofrecer a la sociedad una visión no solo de lo que hacemos, sino de cómo lo hacemos, con responsabilidad, transparencia y un compromiso profundo. Una realidad imperfecta, pero llena de esperanza, que nos impulsa a seguir adelante. En nombre de todos los que forman parte de esta misión, gracias por confiar en nosotros y permitirnos ser instrumentos de un cambio que empieza con el amor. Amor que tiene su fuente en el compromiso de Dios que nace pequeño, débil para que todos podamos acercarnos a Él, con esperanza y paz.

SOBRE EL AUTOR
Francisco César García Magán

es obispo auxiliar de Toledo y secretario general de la Conferencia Episcopal

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