mar de fondo
Los jinetes del Sanchezpocalipsis
Para María Jesús Montero desde hoy mismo es una obsesión joder a cualquier precio al Gobierno de Juanma Moreno. Lógico. Es su nuevo trabajo: líder de la oposición en Andalucía. Como para Óscar López es una prioridad dinamitar el Gobierno de Ayuso desde las ... barricadas; y para Diana Morant hacerlo con el Gobierno de Valencia; o para Pilar Alegría reventar hasta lo posible al Gobierno de Aragón…
A fuerza de normalizar el sanchismo con sus contorsionismos iliberales, tal vez muchos ya no reparen en el despropósito delirante de tener a medio gobierno convertido en líderes de la oposición de medio país. Pero esto es lo que hay. Marisú Montero se suma a esa nómina cada vez más extensa, con la que Sánchez aspira a repetir la Operación Illa y, a su modo, la Operación Ribera… y la ministra de Hacienda no dudará en usar la chequera como ya ha hecho comprando la Generalitat con el cupo o el Ayuntamiento de Jaén con la deuda. A Óscar López se le ha enviado al matadero de Madrid, donde Ayuso es una picadora de carne de sus rivales políticos, con la consigna de que vale todo, después de enfangar incluso al fiscal general fuera de la ley; para Diana Morant en Valencia se trata de rematar al agonizante Mazón, algo que el Gobierno está haciendo desde la misma noche de la catástrofe de la dana, cuando reunió un gabinete de crisis que no hizo nada; a Pilar Alegría le corresponde acabar con el foco crítico de Lambán a Aragón, y usará la sala de prensa de Moncloa con el mismo desahogo que ya le ha valido un puñado de multas de la Junta Electoral. Después le tocará a Isabel Rodríguez con Page...
Cada vez que actúe uno de estos ministros con funciones de líder de la oposición en su comunidad, ¿cómo saber si le guía el interés general o está haciendo campaña torticeramente para recuperar ese trono autonómico? Se trata, sí o sí, de ministros bajo sospecha. ¿Quizás algo tan demencial como semiministros al 50 por ciento o acaso aún menos? No es que a Pedro Sánchez le preocupe poco que pueda llegar a parecer que su Gobierno no se rige por el interés general, sino que está absolutamente decidido, y ese es el plan, a que esos ministros usen sus cargos con todo descaro para recuperar poder territorial. Le importa una vaina que la honestidad y equidad de la gestión ministerial puedan cuestionarse… si de ese modo erosiona a los barones del PP. Por eso envía ahí a sus fieles pretorianos con menos escrúpulos. Le sobraban Tudanca o Lobato por haber cuestionado la Ley de Amnistía o el cupo catalán, como también Gallardo, y Espadas por cierta tibieza elegante. Sánchez aún confía en mantenerse en el machito pero eso pasa por hundir la imagen del PP en los territorios, de modo que esto va a ser un descalzaperros a tiempo completo. Ya había convertido España en un país de tres velocidades, con los grandes privilegios reservados para Cataluña o País Vasco y las restricciones contra los territorios PP. Ahora toca, sin más, ir ahí a degüello.
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