tiempo recobrado
Los sonidos del silencio
Sánchez es la esfinge inmutable que mira al mundo desde las alturas con la superioridad de quien está en el secreto de las cosas y puede cambiar el destino
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El silencio no sólo suena, sino que se puede escuchar. Así lo concluye un reciente estudio científico. Esto ya lo intuía Paul Simon cuando, a comienzos de 1964, compuso durante una noche, en la oscuridad de su apartamento, 'Los sonidos del silencio'. La canción era ... un homenaje a John F. Kennedy, asesinado hacía unos meses en Dallas. «El silencio crece como un cáncer», reza la letra de Simon. Así es. No hay nada tan atronador y tan expresivo como el silencio. Ni la música ni la palabra serían posibles sin él. Diría más: hay cosas que sólo se pueden afirmar en silencio, en un silencio que crece y lo llena todo.
Pocas veces, tal vez ninguna en la política nacional, ha habido un silencio tan expresivo como el de Pedro Sánchez en la investidura de Feijóo. Ayer el candidato le invitó de nuevo a subir a la tribuna y le pidió que explicara su posición sobre la amnistía y la consulta. No hubo respuesta. No hacía falta. Su mutismo es elocuente porque proclama sus intenciones de una forma mucho más nítida que cualquiera de las cosas que pudiera haber dicho.
Sánchez optó por sacar a Óscar Puente del banquillo no por miedo a Feijóo ni por inseguridad. Ya ha acreditado sus dotes parlamentarias y su instinto de supervivencia en las refriegas. Lo hizo sencillamente porque quería mandar el mensaje de que no tiene que dar explicaciones a nadie y que actuará como considere conveniente. Uno puede ser esclavo de sus palabras, pero nunca de sus silencios. Pero no lo va a tener fácil porque Puigdemont y Junqueras han elevado el listón.
Sánchez es la esfinge inmutable que mira al mundo desde las alturas con la superioridad de quien está en el secreto de las cosas y puede cambiar el destino. En Egipto, eran símbolos del poder y de la realeza y por ello, aparecían en las tumbas de los faraones. Se decía también que cobraban vida por las noches y que protegían los templos de los saqueadores. El presidente del Gobierno se ha convertido en una esfinge ungida por su partido con poderes sobrenaturales. Es la encarnación del pueblo, aseguró Óscar Puente. Y eso le legitima para tomar cualquier decisión porque está por encima del bien y el mal.
Las esfinges eran representadas con un cuerpo de león con cabeza humana, cubierta con una capucha similar a la de los sacerdotes egipcios. Aunque eran deidades, poseían rasgos y sentimientos profundamente humanos. Sánchez también los tiene.
Su silencio no puede ser más ilustrativo: está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para volver a gobernar, aunque él también sabe, como los faraones, que hay límites que no puede cruzar sin desatar la ira de Amón. Por eso, es tan difícil predecir el futuro. Ni siquiera las esfinges podían hacerlo y Sánchez, tampoco. El líder ha hablado sin abrir la boca y le hemos entendido.
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