COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Políticas terrenales
El presidente de la Junta de Andalucía viajó con cinco regalos, que son, en esencia, el símbolo de su visita
EL presidente de la Junta de Andalucía viajó la semana pasada al Vaticano con cinco presentes para el Papa: una imagen del Cristo sindónico del sevillano Juan Manuel Miñarro, un cáliz de cerámica realizado en el centro ocupacional Javier Peña de Almería, bizcochos marroquíes de ... las monjas del Monasterio de Osuna, un poco de incienso cofrade –con una mezcla que huele bien hasta escribiéndola- y una rama del olivo que Bono plantó en la Alhambra siguiendo la encomienda de Francisco, en 2018, como un gesto en favor de la paz y la convivencia entre culturas. Nada se ha dejado a la improvisación en esta primera visita de un presidente andaluz a Su Santidad el Papa, viejo conocido de nuestra vicepresidenta, que ya lo ha visitado en dos ocasiones, sin que nadie de su partido –o lo que sea eso de Sumar-, ni de sus socios de paripé gubernamental, le hubiese puesto un pero.
En este caso, claro, la oposición no ha perdido ocasión para criticar la visita institucional de Juanma Moreno; que si ha faltado a la sesión de control del Pleno del Parlamento, que si la hipocresía y el cinismo, que si menos ausentarse del Parlamento y más transparencia, que si los temas tratados no son de su competencia y, por supuesto, que menos hablar de tonterías y más de «políticas terrenales», como si el encuentro entre ambos dirigentes se hubiese desarrollado en la tercera fase. Es lo que le pasa al diablo, que cuando no tiene nada que hacer, ya se sabe lo que hace con el rabo.
Porque lo de pedirle al Pontífice que «interceda ante quien corresponda» para que llueva –justo en estas fechas, qué mal fario- no deja ser carne de meme, pero, como siempre, los árboles han impedido ver el bosque en el que se ha desarrollado la visita de Juanma Moreno al Papa. La migración, el cambio climático y la polarización política han sido los temas sobre los que han intercambiado opiniones y, sobre todo, han intercambiado preocupaciones, y preocupaciones bastante terrenales, como las políticas migratorias –que ya sabemos lo que pasa en nuestras costas-, y el esfuerzo de todas las administraciones para generar igualdad de oportunidades o para alcanzar el necesario entendimiento político.
El presidente de la Junta de Andalucía viajó con cinco regalos, que son, en esencia, el símbolo de su visita: la invitación a descubrir nuestra tierra y sus tradiciones, el compromiso ocupacional con las personas discapacitadas, la fusión de culturas y religiones hecha dulce y la paz, representada en esa rama de olivo que vuelve al Papa, fuerte, tras empaparse de nuestra savia. El olivo, tan nuestro, y tan ancestral, símbolo del encuentro y la reconciliación.
Yo no sé si hay algo más terrenal que desear la paz. Y tampoco sé si servirá para algo la visita de Juanma Moreno a Francisco para calmar la crispación política de nuestro Parlamento. Pero sí me sé aquello de «paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Lo mismo es una cuestión de voluntad.
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