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COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

La máquina del fango

La máquina del fango tiene un funcionamiento muy sencillo. Todos sabemos cómo ponerla en marcha

Yolanda Vallejo

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Hasta para decir tonterías hay que tener talento, que ya lo dijo Karl Marx —o Mark Twain, o Lincoln, o Keines o mi vecina Carmeluchi, o quien quiera que lo dijese—, es mejor estar callado y parecer tonto que abrir la boca y despejar las ... dudas. Porque a nuestro presidente le colaron en su discurso la 'genialidad' de Umberto Eco y su máquina del fango y ahora lo estará repitiendo, una y otra vez, una carta y otra, hasta que se aprenda otra cita y suelte un pitraco para coger otro. Es lo que tiene citar de oídas, que ya lo decía Goebbels «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad», o lo que es lo mismo —y creo que es lo que quiso decir Pedro Sánchez, o quien le escriba a Pedro Sánchez— calumnia, que algo queda. Claro que tirar del romancero tradicional español no es tan cool como citar a Eco, dónde va a parar. Pero tampoco en esto fue original el autor de 'El nombre de la rosa', porque la máquina del fango ya estaba en 'El barbero de Sevilla': «La calunnia è un venticello, un'auretta assai gentile, che insensibile, sottile, leggermente, dolcemente incomincia a sussurrar», la calumnia es un ventilador, nunca lo olvide.

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