COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Leer entre líneas
La lectura no es un castigo ni un fastidio sino una puerta abierta a la información y al conocimiento
Arranca hoy un nuevo curso escolar en Andalucía. Un curso marcado por el alarmante descenso de alumnado en las etapas obligatorias, causado, ya lo sabe, por la bajada de la natalidad que afecta, fundamentalmente a los niveles de Infantil y Primaria y que trae de ... cabeza a los responsables de Educación que tendrán, más pronto que tarde, que tomar alguna decisión definitiva en cuanto a las ratios en las aulas. Pero no era de esto de lo que yo quería hablarle hoy, porque arranca un nuevo curso escolar que trae, entre sus novedades, la implantación de treinta minutos diarios de lectura obligatoria en todos los niveles educativos hasta el final de la educación obligatoria; una medida contemplada en la Ley Celáa y aplicada en otras comunidades autónomas, que pretende reforzar la conciencia fonológica, el conocimiento alfabético, la fluidez, el vocabulario y la comprensión lectora de los estudiantes.
Los alumnos andaluces tendrán un total de 875 horas de lectura durante su paso por la etapa educativa obligatoria, integrado en el diseño curricular, de tal modo que sirva como herramienta para una mejora en los niveles que, año tras año, nos venían situando a la cola del sistema. Nuestros niños y niñas, que se han visto siempre estigmatizados por evaluaciones como la del informe PISA, o por el sambenito de que les falta comprensión lectora, tendrán ahora la oportunidad de poner en práctica un hábito –el lector– que se ha ido perdiendo en favor de otros, propiciados por la implantación de las nuevas tecnologías y las nuevas costumbres sociales.
Y es que, aunque como decía Borges la frase «lectura obligatoria» es un contrasentido, porque la lectura es un placer, y «debe ser una de las formas de la felicidad», es responsabilidad de todos que los niños y los jóvenes adquieran las destrezas necesarias no sólo para saber leer, sino para entender y saber qué leen, y por encima de todo, para que entiendan que la lectura no es un castigo ni un fastidio sino una puerta abierta a la información y al conocimiento que deben cruzar. Quizá es ahí donde falla –donde ha estado fallando– el sistema. Durante años las bibliotecas escolares han sido el lugar de castigo para alumnos molestos. El que interrumpe la clase, el que charla, el que fastidia al compañero es el que más horas ha pasado en la biblioteca del colegio, ¿le suena, ¿verdad? Pues blanco y en botella. Porque la relación que se establece entre el niño y el libro parte de un principio negativo que funciona como la caja de Skinner.
Ahora dependerá de los educadores –en realidad todo depende de ellos, afortunadamente– la manera en que se aplica la medida lectora de la Junta de Andalucía. Y, sobre todo, dependerá de ellos, fomentar en el alumnado el amor por la lectura y por los libros, porque como afirma José Emilio Pacheco, premio Cervantes, en su magistral obra 'El principio del placer': «cuando se ha descubierto muy temprano la felicidad de leer, uno tiene la certeza de que nunca será completamente desdichado».
Ojalá tenga razón.
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