Trampantojos
Una torre para refugiarse
Terminan los trabajos de restauración de la Giralda y aparece limpia del polvo de la Historia
Putin amenaza con destruir la civilización y nosotros contemplamos la hermosura de una torre. Pero en esa torre puede estar encerrado el secreto del mundo, incluso el que está a punto de derrumbarse. No paran de sonar tambores de una guerra eterna para el final ... de todos los tiempos. Sin embargo, ahí nos quedamos, parados ante la belleza vertical de la Giralda.
Se retiran por fin los andamios de la Giralda y podemos admirar esa torre llena de arqueros finos, como la definía Lorca. Limpia ya la piedra de la fatiga del tiempo, asombra la imposible gradación de color. Habría que quedarse a pintarla cada hora del día, como hizo Monet con la catedral de Ruán devolviendo un edificio que pasaba desde los matices de un bronce viejo a un color de lavandas azules al atardecer. Y también descubrir el verso inquietante de Romero Murube: «¿Adónde irá la Giralda esa noche negra en que desaparece de Sevilla?».
Mucha noche negra esconde la Giralda en su historia. Todas las ciudades tienen una suicidadero y el de Sevilla fue durante siglos la torre hermosa y altísima. Y otra vez Murube nos revela el secreto del último momento: «Todos los suicidas que se arrojan desde la Giralda coinciden en afirmar que la única impresión que se siente es la de que Sevilla sube, vertiginosa, hacia el cielo».
Ahora la vemos limpia del polvo de la Historia que dormía aletargado en sus paños de sebka y en el último cuerpo de campanas. Es el símbolo de la ciudad, su crónica quintaesenciada, la metáfora pura de su pasado. Si hubiera que narrar Sevilla podría resumirse en el perfil de la torre, porque en ella descansan los siglos de todas las civilizaciones que por aquí caminaron.
Cuando Chaves Nogales sobrevuela en un avión la ciudad la resume así: «El abrazo de un río, el índice de una torre... Y esto es todo». Y Gerardo Diego la poetiza como prisma puro de Sevilla: «Volumen nada más: base y altura». Así que refugiémonos en la contemplación de la belleza mientras afuera suena el ruido del mundo.
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