ojo de halcón
Zanjar cuentas pendientes
El duelo es asimétrico, porque Espadas apunta a Moreno, pero Moreno lo hace a Sánchez
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EL arranque de la campaña de las europeas deja lugar a pocas dudas: lo de Europa ya se verá en su momento, pero ahora esto no va de Europa sino de zanjar cuentas pendientes. Es otra oportunidad para un choque a garrotazos en el tablero ... doméstico. Así lo definieron Juanma Moreno y Juan Espadas, como «una oportunidad», para acabar con Sánchez, en el caso de Moreno, y para acabar con Moreno, en el caso de Espadas. Esto es lo que hay.
En el PP, donde aún se sangra por la herida del 23J y apuestan en un plebiscito contra Sánchez, Juanma Moreno definió estos comicios continentales como «oportunidad única para todos aquellos que están cansados de las políticas de Pedro Sánchez y consideran que hay alternativa a su política destructiva», ya que «el sanchismo imperante está prácticamente destrozándolo todo». Y Juan Espadas, que aún sangra por la herida del 19J (2022), cuando el PP confirmó el cambio con una mayoría absoluta que se ha revalido en tres victorias consecutivas, dirige su campaña contra Juanma Moreno: «Hay una oportunidad para decirle a Moreno Bonilla que se le acabó el crédito y la confianza, que lleva cinco años confrontando con Pedro Sánchez y no gestionando, y por eso el PSOE va a ganar las elecciones en Andalucía y en España, porque tiene el mejor proyecto y porque responde siempre con políticas pensando en la gente». Según Espadas, «Moreno Bonilla pide el voto pero, cuando le toca gestionar, acaba decepcionando a quienes le votaron», un argumento que seguramente tendrá que depurar un poco, puesto que el PP, tras su primera legislatura gestionando Andalucía, pasó de 750.000 votos en 2018 a 1,5 millones en 2022, en tanto el PSOE de Espadas se dejaba más de cien mil respecto al resultado de Susana Díaz; y ambas tendencias se confirmaron en las municipales de 2023. De momento parece haber decepcionado más el PSOE que el PP con su gestión, pero se viene otro duelo al sol de Andalucía.
Claro que este duelo es asimétrico, porque Juan Espadas apunta a Juanma Moreno pero Juanma Moreno no a Espadas sino a Sánchez. Y no es casualidad. La resistencia sanchista del 23J parece haber animado a Espadas para lograr su primer resultado positivo, porque ahí sí se movilizó voto perdido con el mensaje de la amenaza de la ultraderecha y la promesa del Muro. Por eso Juanma Moreno apunta a Sánchez, al que reprocha que aspire a «sacar tajada electoral de la bronca y de fomentar el muro, la división y la crispación», para concluir que «gobierna con una botella de gasolina debajo del brazo e incendia todo lo que hay su paso»…. Y Espadas, por el contrario, se acoge al sanchismo para resistir mientras acusa a Moreno de «seguir aplicando políticas de recortes, avanzar en retrocesos, en bulos, en crispación, todo lo contrario al gobierno de Pedro Sánchez». En fin, todo muy europeo.
Extrema... manipulación
El PSOE andaluz definitivamente mimetiza la estrategia nacional del partido, vinculando al PP con la extrema derecha. Es su mantra a tiempo completo: «la ultraderecha y la derecha…». Y ahí los socialistas cuentan siempre con la complicidad de Vox, porque PSOE y Vox se movilizan mutuamente con la agitación polarizadora, y por eso realimentan su confrontación con una acritud sin límites. De hecho, Vox y el PSOE se han buscado con Milei, al que previamente había insultado gravemente el ministro Óscar Puente. También en el Ayuntamiento de Sevilla, a cuenta del pacto inexistente, Vox y PSOE han ido de la mano. Suma y sigue. En el mitin celebrado ayer en Sevilla, Sánchez lanzó dos mensajes rotundos, que por otra parte son su raca-raca de toda la precampaña y la campaña: votar PP es votar ultraderecha tanto como votar VOX… y sólo el PSOE puede «parar a la ultraderecha». Por eso anima a los suyos, a los que sitúa en el lado correcto de la Historia, a «parar a los reaccionarios», a los que Teresa Ribera identifica directamente como «terraplanistas». Y de ese raca-raca no van a salir. Se ve que el presidente y su lugarteniente están muy sinceramente preocupados por los bulos y las máquinas del fango de la manipulación.
El PP porfía para salir de ese emparedamiento incómodo y particularmente el PP andaluz presume de no tener ningún hilo con Vox. A menudo desde la izquierda, para cuestionar su moderación, se les acusa de haber sido el primer Gobierno en incorporar a la extrema derecha, un mensaje falso puesto que Vox no entró nunca en el Gobierno, sólo en la aritmética parlamentaria, del mismo modo que el Frankenstein sanchista cuenta con Bildu o el partido de Puigdemont en su mayoría de investidura y legislatura. Pero la repetición constante de una mentira puede acabar cobrando apariencia real. Esta semana, en el Parlamento, Antonio Sanz, consejero de la Presidencia, proclamaba abiertamente que «me siento orgulloso de no coincidir con Vox». Ante eso Mario Jiménez, uno de esos tipos que nunca van a permitir que la verdad les estropee un titular, se aplicó en sembrar cizaña. Este Jiménez tiene cada vez más el aire tristón de los payasos del circo que han perdido la gracia, pero parece llegarle con enredar para seguir en el machito.
¿Puede, a pesar de todo, funcionar esta estrategia… incluso en Andalucía? En el PSOE están persuadidos de que el 23J les avala y están repitiendo la misma hoja de ruta, incluso con mayor agresividad. El examen de las europeas tendrá la respuesta.
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