OJO DE HALCÓN
Operación suicida del PSOE con los ERE
En el PSOE creen que pueden decirle a los suyos aquello de Groucho: «¿A quién va a creer usted: a mí o a sus propios ojos?»
Ahí apareció la soberbia, y ya no le bastaba al PSOE una amnistía por la puerta de atrás. Así que ahí estamos
![Vista de la sala durante el juicio de la pieza política del caso ERE en la Audiencia de Sevilla](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/07/14/eres-RqOfKuz8vvYbApP8ALg7rtN-1200x840@diario_abc.jpg)
Contra pronóstico, el Partido Socialista ha demostrado esta semana estar muy decididos a ir adelante con una operación temeraria: transformar a los responsables de uno de los mayores fraudes en la historia española en víctimas de una cacería política. Embarcarse ahí es un operación mu ... peligrosa, casi suicida, donde casi todo puede acabar muy mal. Como la aventura equinoccial de Lope de Aguirre o la carrera de Scott en la Antártida, hay desafíos que parecen muy locos desde su planteamiento. Y esto del PSOE lo es.
Al devolver los ERE al primer plano, con la máxima relevancia en la agenda, el PSOE se la juega. Ese fraude y toda la corrupción adherida adiposamente con su retablo de protagonistas golfos, aún están frescos en la memoria colectiva. Pero los socialistas saben que tienen a su favor tres factores nada desdeñables. De entrada, un escenario político propicio para plantearse ese objetivo delirante. La política de este tiempo se ha alejado de los fundamentos de la democracia liberal, en una sentimentalización – 'democracia sentimental' la denominó Arias Maldonado, puesto que aniquila la racionalidad de la esfera pública ilustrada– que desplaza toda la racionalidad al terreno de las emociones. La inclinación a entender la política como un duelo del bien contra el mal, como la ha retratado Jonathan Haidt, justifica todo lo que hagan los tuyos, porque pueden equivocarse, pero lo hacen en nombre del Bien contra el Mal. ¡Somos los buenos!... es la consigna moral.
Simulación
Pocas cosas retratan más crudamente la política actual como esta gran simulación: que el PSOE crea que puede presentarse ante la sociedad española, e incluso la andaluza, como víctimas de los ERE. Es un relato aparentemente imposible. Desde el descubrimiento del caso, cuando se pedían mordidas en Mercasevilla, a la confesión del chófer, que destapó los episodios más chuscos retratando no ya la golfería sino la impunidad con que despachaban la pasta por cientos de miles, la ciudadanía andaluza asistió a la investigación de la jueza Alaya, con toda la maquinaria todopoderosa de la Junta en contra. Pero en el PSOE creen que pueden decirle a los suyos aquello de Groucho: «¿A quién va a creer usted: a mí o a sus propios ojos?».
Hay un segundo factor, más allá del ecosistema favorable: el enorme talento de los profesionales de Moncloa. En el PSOE sin duda confían en que sus cabezas de huevo sean capaces de modular ese relato victimista hasta que cuaje. Acaba de ocurrir con los llamados 'menas', con los que han logrado presentar al PP como fachas insensibles, aunque aceptaran el reparto, mientras ocultaban que sus socios catalanes se desentendían. Pero cuentan con algunos genios del storytelling. La verdad y los datos pueden perderse bajo un emplasto de narrativa sentimental. Ese es el plan, como se ha visto con la exposición de Magdalena Álvarez o de García-Aguayo en versión 'dolorosas'.
Es evidente que confían en que su clientela los crean a ellos antes que a sus propios ojos.
Hay un tercer factor coyuntural, con una potencia de fuego altísimo: la composición del Tribunal Constitucional. Sánchez, a sabiendas de lo que se venía, en diciembre de 2022, mientras modificaba el Código penal al servicio de los indepes ya beneficiados con indultos, metía allí al exministro de Justicia Juan Carlos Campo y otra alto cargo de Moncloa, Laura Díez, junto a Segoviano desde el CGPJ. En otras condiciones, el TC nunca hubiera revisado condenas. Ahora el PP va a tratar de plantear recusaciones, pero llega tarde. Y conste que sus argumentos tienen sentido: Si Conde Pumpido se inhibió antes al estar contaminado, ¿no debería inhibirse ahora con más motivo? La ponente, Inmaculada Montalbán, cuyo nombre ya ha quedado unido para siempre a la trama de los ERE, tuvo intensa vinculación como presidenta en la Sala Contencioso Administrativa del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía; y María Luisa Balaguer estaba en el Consejo Consultivo de Andalucía entre 2012 yl 2014, y fue ponente en decenas de dictámenes sobre toda la casuística de los ERE. Y todavía queda Campo, que fue alto en la Junta, y la propia Segoviano, también con pasado TSJA. Vamos, un TC que ni pintado para trabajitos a medida.
Soberbia
Cualquiera, desde una lógica racional, hubiese concluido que para el PSOE era más inteligente pasar página en lugar de agitar ese avispero. Hay demasiado riesgo. De hecho, el mes de julio venía de perlas para mandar el caso al olvido, volcados en la Eurocopa, oé oé oeeeee. A estas alturas, tantos años después, de vacaciones, a nadie le importunaría demasiado; y muchos hasta verían de buen grado que evitasen la prisión y se retirasen a su particular Aventino, con un punto final discreto. Y en septiembre ya habría otros asuntos de los que ocuparse, como la repetición electoral en Cataluña si no hay investidura en agosto, la falta de presupuestos... Pocos se acordarían de los ERE.
Eso hubiera sido desde una lógica racional, pero ahí apareció la soberbia, y ya no le bastaba al PSOE una amnistía por la puerta de atrás. Así que ahí estamos. Claro que la soberbia es siempre peligrosa. Como apuntaba certeramente el Quevedo moralista, es un pasaporte para subir a un punto del que caerás seguro. A eso se arriesga el PSOE, dominado por la soberbia desde que Sánchez, en Benalmádena, abrió las maniobras de blanqueo provocando el entusiasmo de su clientela. En lugar de una Operación Olvido, se han metido en una Operación Blanqueo con un relato victimista.
No será fácil, pero ya hemos visto demasiado como para estar seguros de nada. De momento percuten en redes con el lema «Verdad y Justicia PSOE» junto a «La Gran Cacería del PP». Así, con un par. ¡Verdad y Justicia! El castizo diría aquello de «hay que joderse y agarrarse para no caerse».
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