ojo de halcón
Andalucía en las trincheras
Sánchez se ha pasado por el arco del triunfo del 23J las peticiones de diez comunidades
ES demasiado obvio que el Gobierno engaña a las comunidades presididas por el PP, aunque también a las presididas por el PSOE. Claro que por qué ahora iba a ser una excepción. Los trucos semánticos de mago previsible para sacarse conejos de la chistera, como ... la bilateralidad multilateral o la multilateralidad bilateral, no engañan a nadie. Tampoco el mensaje de «todas las comunidades reciban más», un señuelo que sólo puede engañar a los muy bobos o los muy sectarios, porque no se trata de que todas reciban más si una recibe la mitad o la cuarta parte que otra, sino de un mismo criterio para todas. Sánchez solo busca lo único que ha buscado desde la negociación de su investidura: poder contentar a sus socios para asegurarse el poder. Y ha demostrado estar dispuesto a pagar lo que haga falta para sacar los presupuestos y atornillarse al cargo.
Hay demasiadas evidencias de la estrategia falaz. La misma Conferencia de Presidentes, una vez más sin un solo documento, da la medida: Sánchez ha incumplido escandalosamente el reglamento de una cita cada semestre, y durante dos años y medio no ha convocado. Se ha pasado por el arco del triunfo del 23J las peticiones reglamentarias de diez comunidades. Desde la victoria del PP en la mayoría de comunidades se ha resistido, y tiene a la Abogacía del Estado porfiando en el Tribunal Supremo para que no se le condene por ello. Si ahora lo ha hecho –además de cortar esa causa– es a la medida de sus intereses, para empezar a crear un relato que difumine lo que tendrá que dar a Cataluña como también a País Vasco. Por eso ahora necesitaba una foto de grupo –y bien que enfatizó lo de la foto– para ir creando el marco de que se trata de una solución colectiva. Por ahí va su coartada. Claro que a lo pactado con Cataluña le podrá poner todos los emplastos retóricos, con filigranas biempensantes para disfrazar a la mona vistiéndola de seda, pero consiste en trasladar la deuda de Cataluña a la administración central para que la sufrague el resto del país y un cupo que rompe el régimen común dañando la solidaridad territorial. Por razones obvias, Andalucía, ya perjudicada por el modelo de financiación vigente, sufrirá más que otras, como destacaba el presidente andaluz.
Y el PSOE a lo suyo
Todo esto lo sabe Juan Espadas por más que aplauda a Sánchez. No ignora que tendrá un alto coste para Andalucía, pero no puede hacer otra cosa mientras día a día le sucede como a los personajes de Los Otros: no sabe si está muerto. Su suerte depende del pulgar de Sánchez, y no va a desafiarlo desmarcándose. En las próximas semanas va a tratar de mantenerse en la carrera, aunque cada vez parece más difícil que la haga en solitario e incluso que llegue a la meta. Ya le han puesto un nombre, por cierto del poderoso PSOE de Jaén que acaba de arrebatar un ayuntamiento de capital andaluza al PP. Una compra bien costeada por María Jesús Montero, que con Cataluña ya le ha perdido la vergüenza a estas operaciones partidistas a la carta con fondos públicos. Otra deuda que se saca de las cuentas en este caso de Jaén para ser costeadas por los demás. Pero en definitiva ha pujado más en la subasta de Jaén Merece Más, y estos ya tendrán tiempo de comprobar el valor de las promesas de Marisú Montero. Las comunidades, de hecho, llevan más de un año oyendo sus cantos de sirena, y ahí siguen, siempre con el anuncio de que pronto…
Debate de la Comunidad
Entretanto, Juanma Moreno ha solventado sin demasiada presión el Debate sobre el Estado de la Comunidad. Es verdad que llegaba al debate con urgencias muy distintas a Juan Espadas. Moreno es un presidente muy consolidado, con una mayoría absoluta que no parece peligrar, desde luego en ningún caso por un vuelco a la izquierda. Y Juan Espadas, en efecto, no sabe si está muerto (walking dead) o no. Seguramente Moreno buscaba conectar con la sociedad andaluza, para persuadirla de que su modelo social se asienta en políticas reales y concretas, y Juan Espadas buscaba conectar con su partido para mostrarse como un líder convincente. El problema es que su estilo es elegante, lejos de la 'leña al mono' que puntúa más en estos casos. A saber si es real eso que algunos llaman 'estilo andaluz' en el parlamentarismo, pero se ha vuelto a debatir con buenos modos.
Alguna ironía de Espadas sí funcionó, como el reproche del adanismo: «Parece que entre Adán y Eva y usted, en Andalucía no hubo nada». Es verdad que Juanma Moreno a veces parece estar inaugurando Andalucía, con tendencia a abusar del adjetivo 'histórico'. Pero si el problema de Moreno es que a veces ignora lo que vino antes, el problema de Espadas es que no puede ignorar lo que vino antes. Cuando acusaba a Moreno de tener a Andalucía última en los indicadores socioeconómicos, su problema es que esa fue la herencia del PSOE. Moreno sigue teniendo ahí mucho argumento. El presidente, en todo caso, invitaba a Espadas al acuerdo «si se despega un poco de la doctrina de Sánchez».
Moreno optó por no negar los problemas, sobre todo la Atención Primaria demasiadas veces «desesperante», e hizo anuncios para agilizar su funcionamiento herrumbroso. Difícilmente conducirán a la Arcadia feliz, pero ahora se pelea por aliviar los plazos. Hizo otros anuncios, sobre emergencias, formación profesional du al, botón rojo, asentamientos irregulares, dependencia, capacitación digital… de los que la oposición podrá examinarle de aquí a un año. Tal vez con más eficacia. Sus demandas al Estado –Muface, obras hidráulicas, 50% de la dependencia, pesca de arrastre o conexiones ferroviarias, además de la financiación– sí que sabe la suerte que correrán. En su mayoría se repiten año a año. El Gobierno a lo sumo sale a veces al quite para quitarse presión –como anunciar el AVE a Huelva para neutralizar una reunión de los alcaldes de Sevilla y Huelva con el presidente de la Cámara Municipal de Faro, y otro tanto el tren litoral de la Costa del Sol– pero nada más. Cumplimiento mínimo con Andalucía.
Y así queda el Debate sobre el Estado de la Comunidad. Por demás, los 50 'propuestas de resolución' –desde cuantificar una nueva deuda histórica o dignificar las plantillas docentes hasta la brecha maternal o la agenda 2030– ya se sabe que constituyen un género literario. Por supuesto, de ficción.