Las trampas al fisco

Medir la pobreza de un barrio por la declaración de la renta de sus vecinos deja un retrato impreciso

Dice la Agencia Tributaria que Torreblanca es el barrio más pobre de España a partir de la información obtenida a través de las declaraciones de la renta presentada por sus vecinos en 2022. Ese tipo de informes nos regala a los periodistas titulares estupendos y ... material suficiente para trabajar porque si algo nos fascina es clasificarlo todo, señalar los dos extremos, identificar al peor y el mejor en todo. Pero medir la pobreza de un barrio por la declaración de la renta de sus vecinos deja un retrato bastante impreciso, que se aleja de la realidad que se vive en las calles. Una primera razón de peso es que el IRPF es incapaz de cuantificar el volumen de la economía sumergida que comercia con productos legales, más si cabe si el objeto de la operación comercial toca de lleno el delito y no hay variable decente que sostenga ese estudio.

No hace mucho, me pateaba las calles de ese barrio sevillano, buscando los motores que mueven a su vecindario. Me topé con un tejido asociativo rico y la voluntad tenaz de pequeños comerciantes que mantienen vivo el barrio y resisten no sólo a la amenaza de las grandes superficies sino también a la que ataca los bolsillos de sus vecinos. Recuerdo aquella inmensa cesta de Navidad para la que muchos tenderos habían aportado parte de su género con el objetivo de potenciar las compras de proximidad.

Y es que en Torreblanca coexisten dos universos: el que trabaja por desterrar el perenne sanbenito y el que aprovecha la necesidad como la gangrena para devorarlo todo. Clanes que consiguen expulsar a vecinos de sus pisos para ir aumentando el negocio del arrendamiento en B, de las plantaciones de marihuana y en definitiva, del poder territorial. Unos delincuentes que rara vez harán la declaración de la renta y que en las frías estadísticas son pobres de solemnidad. Eso sí, regentan negocios a donde no llega la lupa del fisco a pesar de que obtienen rentabilidades que para ellos quisieran el frutero, el carnicero o el de la tienda de muebles a quienes les cuesta no sólo sudores levantar a diario la baraja.

Es una obligación capital para las administraciones con competencia atacar a esa realidad que pudre los barrios hasta dejarlos inservibles. En Sevilla hay ejemplos claros de zonas deterioradas hasta el extremo y que no aparecen curiosamente en el top ten del informe de la Agencia Tributaria como la barriada Martínez Montañés, mal conocida como Las Vegas. Allí, las esperanzas de un futuro mejor ya sólo pasan por derribar edificios; a diferencia de Torreblanca donde hay una sociedad que lucha por seguir construyendo. Que no hagan falta tiroteos con armas de guerra, ni la muerte de niñas inocentes, para salir en su defensa ya.

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