Sevilla es metropolitana
Si dejamos de mirarnos el ombligo que crece en la Campana esquina con Sierpes, entenderemos que el sevillano no se ha ido de Sevilla
Sacábamos de nuevo las calculadoras hace unos días para comparar la población de Sevilla con la de Zaragoza en esa disputa por el cuarto puesto en la clasificación de grandes ciudades. La cuestión de sumar habitantes no es baladí porque a partir de determinados números ... la financiación es mayor como también es más grande la corporación municipal en cuanto a concejales electos.
Hubo un tiempo que Sevilla se comparaba permanentemente con Valencia. Pero los caminos se separaron definitivamente cuando la ciudad del Turia siguió creciendo demográficamente a un ritmo constante que se ha confirmado en la última revisión del padrón. Una progresión pero en sentido contrario, la que ha tenido la capital hispalense que ahora se juega descender un escalón en el top cinco.
Quizás esta nueva llamada de atención es la mejor de las ocasiones para pensar en Sevilla más allá de los límites que impone el río Guadalquivir. Y eso conlleva no sólo tener una mirada de horizonte larga sino la capacidad de concitar a distintos municipios, con su disparidad de colores políticos, en torno a una idea: la importancia de tener un proyecto en común. Sevilla hace décadas, coincidiendo con el primer éxodo de sevillanos hacia el Aljarafe, que dejó de ser una ciudad rodeada de campo o de pequeñas poblaciones dormitorio, para pasar a vestir un cinturón metropolitano con un nivel de población superior a grandes ciudades. Un complemento en la periferia del que carece absolutamente Zaragoza. Allí los municipios que rodean a la ciudad son pequeños. Además, el término municipal maño tiene una holgura en metros cuadrados por construir que ya quisiera para sí Sevilla con una superficie ocupada mucho mayor. Por tanto, no cabe comparación.
Si dejamos de mirarnos el ombligo que crece en la Campana esquina con Sierpes, entenderemos que el sevillano no se ha ido de Sevilla. Se ha mudado al barrio de Entrenúcleos, a Tomares, a Bormujos o a Alcalá de Guadaíra. Es cierto que el parque de viviendas disponible en la capital no ha ayudado a frenar ese éxodo a la periferia. Pero también es verdad que son muchos los que han optado por cruzar el río antes que buscar vivienda en Sevilla Este. Porque no es un problema inmobiliario exclusivo. Súmale la deficiente comunicación interna de una capital con una única línea de metro.
Llegados por tanto a este punto, con más de 600.000 personas, muchas de ellas sevillanas de cuna, residiendo en ese cinturón, toca reorientar la estrategia hacia una Sevilla metropolitana, sin complejos ni localismos catetos porque por muchos proyectos urbanísticos que salgan adelante, esa inmensa población censada fuera de la capital no va a volver en gran parte y perder todo ese potencial demográfico es una soberana estupidez.