El narco está goleando
Aquella igualada que obtuvo el estado de derecho en el Campo de Gibraltar se ha ido diluyendo al bajar la presión policial en el mismo campo de batalla
El Estado había conseguido igualar el partido en campo gaditano. Tras años de goleadas sonrojantes a la impunidad, un refuerzo policial sin precedentes y la creación de estructuras específicas dedicadas exclusivamente a darle caña a este tipo de malos, consiguieron equilibrar la batalla. Sin embargo ... llegó aquella decisión que aún hoy sigue sin entenderse y que ni tan siquiera se ha explicado oficialmente de manera clara. Pongamos que el ministro Marlaska no se entera bien de lo que pasa en el sur y el Gobierno no quiso entender, cuando ordenó dar un paso atrás en la ofensiva, que a los traficantes les sobra tiempo y dinero. Si les cierras una puerta, tienen los posibles para abrir otra; si cae un general, tiene rápido sustituto porque el pastel de las ganancias es tan suculento que los reyes de la droga nunca van a renunciar a él. Es el Estado el que tiene que quitárselo de las manos e impedir que se rearmen para que vuelvan al ataque. La lucha tiene que ser sin dar un segundo de respiro, a cara perro, asumiendo que durará años quizás décadas hasta limpiar el frente litoral de narcolanchas, gasolineras flotantes y esa connivencia social que permite que crezcan las malas hierbas a la sombra del silencio cómplice de una sociedad que se empobrece al mismo ritmo que algunos de sus vecinos construyen sus mansiones horteras -prueben a buscar a un narco con estilo y elegante-.
Aquella igualada que obtuvo el estado de derecho en el Campo de Gibraltar se ha ido diluyendo al bajar la presión policial en el mismo frente de batalla. El asesinato de dos guardias civiles en Barbate fue el aviso claro de que había que volver a pisar el cuello de las organizaciones con más medios y más ojos fiscalizadores, pero la reacción inmediata fue tibia. Un par de despliegues en la zona por unos días y poco más. Resultado: los narcos se han vuelto a venir arriba y exprimen al máximo rutas alternativas a la gaditana como la del río Guadalquivir o la costa de Huelva.
Rutas que ya no son exclusivas para el transporte de hachís sino que están siendo vías de entrada para la poderosa cocaína; la reina de la droga en las esferas de poder, en los locales de ocio y con una enorme capacidad de corromper las estructuras de un estado. Los narcos locales se han venido tan arriba, que han subido un peldaño en el entramado del narcotráfico internacional como transportistas de una sustancia que se defiende a tiros.
Spoiler: Los narcoestados no nacieron como tales y tuvieron un pasado que no supieron proteger. Estamos a tiempo.
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