editorial
Sevilla no tenía que ser...
No debemos olvidar que los promotores del congreso hispalense son negocios, legalmente establecidos, dedicados a suprimir vidas humanas
Cientos de «profesionales del aborto provocado» confluyen estos días en Sevilla desde diversos puntos del Planeta con la intención de poner al día las técnicas para desarrollar y «consolidar» la práctica de un aborto «de calidad». Necesariamente hay que recurrir con reiteración a las comillas, pues encuentros como éste de Sevilla suponen una quiebra profunda en la concepción de la Medicina como un ejercicio del saber destinado al cuidado de la salud y a la salvación de la vida humana frente a la enfermedad o al peligro sobrevenido. El aborto provocado es exactamente lo contrario; de ahí que sean muchos los médicos objetores, cuyo mérito es especialmente sobresaliente en Andalucía, dada la permanente ofensiva de la Junta en favor de los abortorios.
Tiene este congreso de Sevilla toda la intención calculada de aprovechar los cambios legales —ciertamente radicales— introducidos por el Gobierno de Rodríguez Zapatero como principal misión del extinto Ministerio de Igualdad, para lanzar a los cuatro vientos la apología del aborto provocado y localizar en la ciudad una operación mundial de sinergias que tendrán como último resultado el florecimiento de una actividad empresarial con ánimo de lucro. No debemos olvidar que los promotores del congreso hispalense son negocios, legalmente establecidos, dedicados a suprimir vidas humanas con el apoyo de la Administración que mayor número de abortos financia. Nueve de cada diez son costeados con fondos públicos a través del SAS.
No es de extrañar, pues, que este congreso se tope con la contestación de una parte considerable de la ciudadanía al ver cómo la «tierra de María Santísima» pasa a dar nuevo impulso a la eliminación de seres humanos no nacidos. Remedando a la canción, podríamos decir que «Sevilla no tendría que ser» el escenario de este cónclave del que saldrán nuevas oleadas de muerte.
Todo ello, sin embargo, no es óbice para que mostremos nuestro desacuerdo, como también lo ha hecho la asociación de hosteleros de Sevilla, con la campaña que se ha emprendido contra los hoteles Meliá, donde se celebra el citado congreso. Ese boicot promovido por las organizaciones que defienden la vida en contra de esta marca es errar el tiro y desacreditar una lucha por unas ideas legítimas que no necesitan de este tipo de actuaciones para cargarse de razones.
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