Vida nueva
Dicen del hombre que puede ser bueno y malo. Es más, se piensa y con razón que en el interior del alma humana anidan los peores y los mejores instintos, de tal forma que cualquiera puede convertirse en santo o asesino. El mayor envidioso puede volverse de tal forma en otra persona que logre para ella la gloria a costa de voluntariamente hundirse a sí mismo en el lodazal y a ese otro que creímos desprendido lo vemos triturando por envidia a quien todo le debe. Porque la cara y la cruz lo tienen todas las monedas de la vida, también en nosotros mismos acampa esa dualidad a veces diáfana y otras ambivalente. Pero ahora, cuando el sol del año nuevo comienza a nacer es necesario forjar en nosotros un futuro esperanzado. Olvidar acritudes, rencores y resentimientos.
Decir al pan pan y al vino vino luchando por esas ideas que nos enamoran, pero olvidando odios, envidias y zancadillas. Con la cara enfrentada siempre al viento, para así oír la fuerza de una naturaleza potente y terriblemente fértil de la que formamos parte. Sin miedo. Con voluntad de estar y ser mientras estamos. Asumiendo que en esta vida la apariencia es fundamental pues necesitamos ser aceptados por el entorno, pero más importante aún es asumir nuestro propio ser con personalísimas maneras.
Comienza el año y hemos de retomar con energía la vida nueva. Y ésta, aunque suframos en sus desarrollos, ha de ser asumida con lealtad hacia nosotros mismos. Porque el hombre es grande cuando sabe renunciar a aquello que la razón le dicta por no pertenecer a su historia o su momento y grande también cuando lucha por hacer mejor lo que aún no tiene hecho o hizo sólo a medias. Comienza el año nuevo, ese que ha de realizarse en doce largos meses. Los anteriores pasaron por nuestras vidas como un suspiro endiabladamente corto y rápido.
Hay que retomar, es necesario aferrarse de nuevo a la ilusión, a la esperanza, a la fe de que todo puede ser bueno y justo. Es posible y ha de hacerse sabiendo siempre tender la mano. Porque todo hombre es un demonio, un fiero animal acorralado en el laberinto a veces difícil y cruel de la existencia, habremos de sacar de él ese maravilloso ser que sabe amar y entregarse, que sabe dar y desprenderse, que sabe mirar mimando cuanto está lleno de alegría y también cuando las lágrimas rebosan por sus ojos inundando las mejillas. Vida nueva. Es el comienzo del año y se necesita y mucho que sea mejor que aquel que se ha ido.
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