TRIBUNA ABIERTA
Espejo de fervor andaluz
El Rocío es la gran devoción mariana de Andalucía, una devoción transversal que no distingue clases ni ideologías; que es integradora y pacificadora
![Santiago Padilla Díaz de la Serna: Espejo de fervor andaluz](https://s2.abcstatics.com/abc/sevilla/media/opinion/2021/05/21/s/Imagenaltar-almonte-novena-k8qF--1248x698@abc.jpg)
Ya lo había proclamado la Coronación Canónica de la Virgen del Rocío, el 8 de junio de 1919, que sirvió para movilizar a toda la Baja Andalucía, como nos corrobora el extenso listado de donantes publicado por el Boletín Oficial del Arzobispado de Sevilla. Sus ... grandes propagandistas: los Manuel Siurot, Pedro Alonso Morgado, Ignacio de Cepeda o Muñoz y Pabón nos dejaron testimonio de esa aspiración histórica. Este último escribió para el himno de esta efeméride: «…La Virgen del Rocío no es obra humana, que bajó de los cielos una mañana. Eso sería para ser Reina y Madre de Andalucía», cuando ya estaba referenciada en la gran elegía andaluza del Nobel moguereño, Juan Ramón Jiménez, Platero y yo (1914).
Fue un titular de la archidiócesis Hispalense, el cardenal Bueno Monreal, el que lo sentenció en su primera visita a la Romería del Rocío de 1958: «En el Rocío veo a Andalucía vestida de Andalucía honrando a la Virgen María». Y su sucesor, entonces arzobispo, monseñor fray Carlos Amigo, lo rubricó en tan solemne ocasión, cuando en su recibimiento al Papa San Juan Pablo II en el aeropuerto de Sevilla, en 1982, en su breve alocución de bienvenida, le manifestó: «… Rocío es, Santidad, el nombre que los labios andaluces han aprendido para invocar a la Virgen María». Entre tanto, el historiador Juan Infante Galán había titulado su ensayo histórico sobre El Rocío: «Rocío, la devoción mariana de Andalucía». Un trabajo de gran valor para la historiografía rociera, editado por Prensa Española en 1971, que tenemos la voluntad de reeditar próximamente con la ayuda de la Fundación Caja Rural del Sur, con motivo de su cincuenta aniversario.
Con todo, fue la fundación de la hermandad de Almería en 1986 la que vino a completar el mapa andaluz de la devoción rociera. La número sesenta y nueve en el orden de las filiales que incorporaba a la provincia más oriental, separada de la aldea del Rocío por más de quinientos kilómetros. Para entonces, muchos andaluces de la diáspora habían promovido hermandades en Madrid, Barcelona o Las Palmas de Gran Canaria; además del caso singular de Emigrantes, nacida en la ciudad de Bocholt en Alemania, al comienzo de la década de los sesenta; y se estaban gestando nuevas hermandades en toda la geografía nacional. La misma fuente social que alimentaba los Rocíos paralelos que se celebran desde finales de los 70 o principios de los 80 en otros lugares de España para reproducir en la distancia la Romería más universal; destacando por su capacidad de convocatoria la que se celebra en la diócesis de Tarrasa, de donde proviene el nuevo titular de la Metropolitana de Sevilla.
Hoy la Matriz cuenta con ciento siete hermandades repartidas por toda la geografía andaluza, contando con la de Ceuta, entre sus ciento veinticinco filiales; lo que representa casi a un 14% del total de los municipios andaluces; entre los que están muchos de los más representativos. Un número que es superior en términos absolutos a los municipios que integran a siete de sus ocho provincias, siendo más del doble de los que configuran la provincia de Cádiz. Recordemos que la última es Linares. Un porcentaje que se incrementaría si contáramos con las asociaciones y hermandades ya constituidas que están haciendo su camino para convertirse en nuevas filiales de la Matriz.
Por todo ello, El Rocío es la gran devoción mariana de Andalucía. En una tierra en la que el sustrato devocional mariano es tan rico y fecundo, no podía ser de otro modo. Una devoción transversal en la que los andaluces se identifican dentro y fuera de su tierra con efusión; que guarda y conserva nuestro más rico acervo cultural y religioso de siglos. Que no distingue clases, ni ideologías, integradora y pacificadora, en la que Andalucía se mira y se gusta en el espejo de su fervor a Santa María del Rocío. La que hoy, ante un nuevo Pentecostés, es también un gran signo de Esperanza, en medio de esta pandemia.
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