Los ríos de dinero que reparte el fútbol

Un dineral, aunque uno no sepa cómo cuentan lo gastado y has a lo mejor es verdad que se puede contar, ha dejado en Sevilla la final de la Copa de la Uefa porque hemos vivido unos días en los que las rayas verdiblancas horizontales, ya que las verticales fueron eliminadas hace ya mucho tiempo, sobre cuerpos rojizos del sol a manta y cruzcampo como compañera inseparable y, también, aunque menos, de las rayas azulblancas verticales de los que ganaron mientras la ciudad temía no el festejo del ganador sino la furia que podría mostrar el vencido.

Pero el fútbol fue una fiesta, tanto desde las muy vísperas hasta hoy mismo pasando por el partido y lo que antes y después se vivió de una gente, la verdiblanca, que parece que le había cogido el aire a la ciudad y casi son amigos para siempre, de la ciudad en general y de la cruzcampo en particular, mientras que los más cercanos, los del Oporto, se veían menos, bebían menos, gastaban menos y se llevaban, lo que son las cosas, una copa de más.

Es la fuerza del fútbol la que acarrea estos ingresos que vienen, nunca mejor dicho, como agua de mayo y que puede servirnos para meternos en el circuito de las finales ofreciendo ese magnífico estadio que existe, aunque muchísimos le ninguneen, en La Cartuja y, encima, tener la suerte de juntar en la final a unos verdiblancos yendo a lo suyo sin molestar a nadie y a otros albiazules que confraternizaban con los rivales e, incluso, por el precio que iban alcanzando en la reventa, le revendían sus propios boletos viendo el partido por la tele y llevándose un poquito de ese dineral que hay ahora mismo en mucha Sevilla. Ese filón no podemos perderlo.

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