Nimby
La misma sociedad que llora con «Campeones» legisla para eliminar fetos anómalos. «Not in my back yard», que dicen los ingleses

Jesús, enhorabuena por tu Goya al actor revelación, pero que no te confundan los aplausos y las lágrimas del patio de butacas: gran parte de los que jaleaban tu extraordinario discurso te hubiera matado en el vientre para no tenerte. El magnífico discurso que pronunciaste ... en la gala de los premios del cine sería suscrito por cualquiera. Todos nos solidarizamos con los discapacitados, nos indignan las situaciones de discriminación y secundamos las politicas de integración, pero lo cierto es que la sociedad actual apuesta por las medidas preventivas antes que por cualquier otra solución integradora. El camino más corto para la igualdad social es que no haya discapacitados, y hoy cualquiera que no esté dispuesto a cargar con un niño con taras graves tiene todo el derecho a que el embarazo no llegue a término. Jesús, tu discurso del pasado sábado en Fibes es un hermoso canto a la solidaridad, a la empatía con los desfavorecidos, pero está formulado desde el privilegio del superviviente. No sé si eres consciente de que la excepción no es tu galardón, sino tu propia existencia.
La designación de Jesús Vidal como premio Goya al mejor actor revelación ha abierto un oportuno debate no sobre la solidaridad con los discapacitados, que es algo que todos suscribimos, sino sobre la hipocresía del mundo moderno. La sociedad que llora viendo «Campeones» y se da golpes en el pecho reclamando la integración de los disminuidos es la misma que reclama y ejerce su derecho a interrumpir un embarazo si las pruebas médicas detectan algún riesgo de anomalía en el feto. Los ingleses tienen un acrónimo, Nimby, para referirse al rechazo a una medida socialmente necesaria cuando afecta al entorno íntimo. Son las siglas de «Not in my back yard», no en mi patio trasero. Se aplica a cuestiones como los aeropuertos, los centros de drogodependientes, las incineradoras de basuras o el realojo de marginados: todos los aprobamos, pero nadie lo quiere en su casa. Con discapacitados intelectuales como los protagonistas de «Campeones» ocurre un nimby: toda España se encariña de los personajes, pero se legisla para que nadie se vea obligado a tener un hijo como ellos.
La parte más bonita del entrañable discurso del actor Jesús Vidal al recoger el premio de la Academia de Cine es aquella en la que decía a su madre «gracias por darme la vida». En un momento así cualquiera de nosotros se acordaría de nuestra madre por un mero instinto biológico y sentimental, pero en el caso de gente como Jesús la gratitud apela a una decisión absolutamente racional: gracias por tomar la decisión de permitirme nacer. Actualmente la tendencia de la sociedad, de la misma sociedad que aplaudía a rabiar a Jesús, es ofrecer facilidades para que gente como Jesús, Benito, Juanma, Marín o cualquier otro protagonista de «Campeones» no alteren nuestras cómodas vidas con su existencia. Son muy simpáticos, pero sólo en la pantalla de cine.
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