#Mito

Tiene la tumba de Jesús de la Rosa, en el cementerio de Villaviciosa de Odón, cierto aire a la de Jim Morrison en Père-Lachaise. Como bien señala Guillermo Altares en su delicioso libro Una lección olvidada, es la verdadera visita obligada cuando se viaja ... por primera vez al mítico cementerio parisino, en el que descansan nombres tan rotundos como Wilde, Molière o Balzac. La del Rey Lagarto es una tumba bastante inaccesible. Pero se respira algo muy parecido a la del cantante de Triana: el sobrecogedor aroma del mito.
Coincidiendo con el Día de Difuntos, el Ayuntamiento inauguró por fin la placa que recuerda que fue en la Calle Feria donde nació. Mientras que en San Fernando una estatua congela a Camarón observando a su amadísima Venta de Vargas, o en Málaga un busto del líder de Tabletom preside la plaza donde mataba el tiempo inventando versos desquiciados, aquí nos conformamos con una placa que no tardará en amarillear para recordar a quien con su música y sus letras contribuyó como pocos a situar a la ciudad en la modernidad del rock español, con una propuesta que recogía sabiamente la tradición del flamenco acercándola a las orillas de la vanguardia. Ahora que todos andan obnubilados con la música supuestamente rupturista de una tal Rosalía, nada más terapéutico que escuchar bien fuerte El patio, un disco que sigue sonando hoy tan actual y potente como en el 75, y que puede abordarse también como un tratado sobre vanguardia sin imposturas. Aunque Jim Morrison esté enterrado en París, ninguna voz nos traslada tan rápido a la Costa Oeste como la suya. En Sevilla, sólo encontraréis el rastro de De la Rosa en una placa. Pero si pones cualquier disco de Triana, toda Sevilla, la noctívaga, la luminosa, la canalla, la genial, está allí dentro.
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