Futbolistas golfos
Los ha habido, como en cualquier oficio o profesión, los hay y los habrá porque el golfo, si no nace, se hace y porque se puede contagiar con más facilidad que el sida pues abunda la especie y ya se sabe lo de la manzana podrida o el dimes con quien andas o, de la misma forma que a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, a quien busca la sombra de un árbol podrido mala sombra puede cobijarle.
No hay censo fiable de cuántos futbolistas serán golfos, aunque muchos, reconocidos, saben espantar sus noches locas con goles los domingos por las tardes y que pueden beberse el manso porque, en el campo, marean al que le marca aunque no haya bebido más que agua mineral.
Pero, tras lo que ha pasado en el Betis después de la noche de la fiesta, en la que no se sabe qué triunfo deportivo celebraban, una de dos: o los profesionales del Betis, además de poca profesionalidad, son tontos, porque los cogen con las manos en la masa, o los de los otros equipos son más profesionales que ellos o menos tontos, porque no los pillan en renuncios así.
Habría que ver las caritas de los que fueron sorprendidos por el presidente, el gerente, el entrenador y el preparador físico y habría que ver las caritas que verían en sus casas a la vuelta...
Todo este lío de copas (en Ceuta se perdió toda opción a otra Copa bien distinta) y trasnoches se acaba con un buen resultado. Y habría que aconsejarle a los futbolistas lo que le decía un político viejo a sus subordinados: si no podéis ser castos, ser, por lo menos, cautos.
fdezdecordoba@abc.es
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